Honduras

'Nos están sacando, a mi esposo le digo que abajo de un árbol me voy”

Las familias ya no pueden esperar más: miles están en la indigencia; otras, en las zonas de riesgo donde el agua les destruyó la casa. Demandan más agilidad de los entes encargados de los proyectos
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31.01.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Nos están exigiendo que nos salgamos de aquí, yo le digo a mi esposo que aunque sea debajo de un árbol yo me voy, pero estas criatura cómo”, expresó doña Martha Barahona, con los ojos inundados de tristeza viendo a sus nietos.

Su familia está integrada por 16 personas, la mayoría niños, quienes después de los huracanes Eta y Iota pasaron a ocupar la escuela privada María Montessori, localizada en Villanueva, Cortés.

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Los niños están expuestos a enfermedades por falta de alimentos, servicios básicos y porque las instalaciones no tienen ni ventanales.

Como se acerca el año escolar, los dueños de las instalaciones educativas las están solicitando pues están deterioradas.

La madre de familia indicó que necesitan que se agilice la construcción de las viviendas que les han prometido a fin de no tener que ir a parar a la calle.

“Rogamos que se haga la voluntad de mi Dios, tocando esos corazones duros, porque hemos vivido momentos difíciles, momentos que casi perdemos la familia, pero gracias al Señor aquí estamos”, confió.

Doña Martha, de 50 años de edad, recordó que antes ella vivía en la colonia Los Tres Reyes, pero las inundaciones se llevaron la casita donde habitaba.

“La llena nos llevó todo, desde ahí nos trajeron para acá, ya vamos a ajustar un año de estar aquí”, confió la mujer mientras los niños, que carecen de ropa, pasaban por su lado.

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Quien recibirá los proyectos para luego entregarlos a las familias afectadas es la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social, donde debían hacer la selección de las personas afectadas.

No obstante, debido a la burocracia de esta institución, la Unidad Coordinadora de Proyectos decidió firmar un convenio con la Fundación Integral para el Desarrollo de Honduras (Fipadeh).

Los equipos de esta fundación se han dedicado a identificar a las familias afectadas en las zonas donde se están ejecutando los proyectos.

Sariah Rivera, coordinadora del proyecto de reubicación de las personas afectadas de Fipadeh, aseguró que los perfiles primarios que han buscando son los afectados por Eta y Iota y de pobreza extrema.

Indicó que en Villanueva la necesidad es extrema, porque solo en la zona del Calán fueron más de 600 familias las que perdieron sus viviendas completas y solo hay 324 soluciones habitacionales.

Ángela Peña, coordinadora de Choloma, Cortés, declaró que ya tienen identificadas y con estudio socioeconómico a las familias a las que les entregarán las viviendas

Adriana Martínez, coordinadora de Fipadeh en Olanchito, Yoro, explicó a EL HERALDO que no se podrá atender a todas las personas que están en las zonas de riesgo, sino solo a las que están en extrema pobreza y fueron afectadas por Eta y Iota.

'Esto lo mata a uno'

Merlyn Vargas perdió su casa en los bajos de Choloma, su esposo sufrió un derrame cerebral y se tuvo que ir con su hijo menor, pues la covacha donde viven es un riesgo.

Para protegerse de la intemperie, Merlyn y su esposo consiguieron láminas, con unos palos hicieron un techo y forraron las paredes con plástico y cartón.

Ella padece de artrosis debido a que emigró a Estados Unidos y cuando se lanzó del tren sufrió graves lesiones, además fue secuestrada por Los Zetas.

La mujer narró que “hemos ido forrando esta casita con pedazos de lámina, plástico y pedacitos de cartón para terminarla”.

Contó que para la tormenta Eta y Iota allí todo quedó cubierto de agua, por eso esperan que rápido les entreguen la vivienda.

Para ella sería una bendición que le entreguen una casa, pero necesitan que se agilice la entrega. “Esto lo mata a uno, en el día, calor; en la noche lo mismo o cuando llueve, azota... todo se moja”.

'Necesito mi casa'

Zeyda Durán recordó cómo los huracanes Eta y Iota le llevaron su vivienda. La voz se le corta, las lágrimas brotan sin poder contenerlas.

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“Usted sabe que cuando uno tiene un techito y lo hace con gran sacrificio, uno le pone amor”, expresó.

“Cuando el agua me llevó la casa me sentí triste y desamparada, no hallaba dónde meter las cositas que me habían quedado y mi hermana me dio un lugarcito para tapar con lámina”, dijo a EL HERALDO.

Confió que ella está esperando la respuesta de Dios sobre la casa que le prometieron. “Yo la necesito, si ya me la hubieran dado y estuviera lista, ya me hubiera ido”.