Ahora que están de moda las ONG (Organizaciones No Gubernamentales), es decir, privadas, y que convocan muchos más activistas que los políticos, es interesante que aclaremos algunas ideas.
Empecemos por recalcar aquello que ya decía la escolástica medieval, que antes que la caridad está la justicia. O sea que si la sociedad fuera perfectamente justa, esto es, “diera a cada uno lo suyo”, nadie necesitaría caridad.
A ver, el orden del cosmos está hecho para que la naturaleza viva, en especial la humana. En consecuencia, prevé que cada uno reciba aquello que necesita para vivir. Así, este planeta tiene capacidad para producir más alimentos que los que demanda la humanidad; entonces, si hay hambre es porque se está coartando el desarrollo espontáneo de la naturaleza.
Ahora, precisamente, el desvió forzado, coactivo, del curso natural y espontáneo del cosmos se llama violencia; decía Aristóteles que si esta no existiera, si la sociedad fuera perfectamente justa, la caridad no haría falta. Pero como el hombre jamás será perfecto y, entonces, habrá injusticia, la caridad de algunos puede aliviar las consecuencias de la coacción de otros.
Pero he aquí que la mayor iniquidad hoy suele provenir de los estados, ya que se arrogan el monopolio de la violencia (supuestamente “justa”). Por caso, los impuestos, coactivamente recaudados, crean la pobreza ya que, por caso, los empresarios para pagarlos suben precios o bajan salarios, es decir que las cargas fiscales se derivan hacia abajo creando pobreza y marginalidad entre los más débiles.
No es creíble que se pueda ser independiente de quien financia, de modo que las organizaciones estatales, que dependen de la financiación estatal, son vehículos discrecionales de los políticos que manejan la recaudación coactiva. Pero este no es su principal problema. El principal problema es la ineficiencia…
La caridad privada, además de que no crea pobreza al no financiarse con recursos obtenidos violentamente, es superior porque surge de una genuina vocación de servicio de los voluntarios particulares y es más eficiente ya que no necesita la enormidad de empleados burocráticos, entre otras cosas, para manejar la recaudación coactiva, los espías (“inspectores”) y encarceladores de los que se niegan a pagar.
Pero además de ser la caridad privada superior a la estatal, también suele ser más importante. Por caso, la ciudad de Buenos Aires con unos tres millones de habitantes (sin contar el conurbano), tiene unas 2,000 escuelas que albergan alrededor de 650,000 alumnos.
De estas, 800 son estatales, que incluyen unos 310,000 alumnos y 1,200, privadas con 340,000 alumnos. De las privadas, la gran mayoría pertenecen a la Iglesia Católica, que es la mayor ONG del mundo, donde tiene unas 57,000 escuelas maternas, 90,000 primarias, 40,000 secundarias, 4,500 hospitales, 18,000 dispensarios, 500 leproserías, 15,500 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos, 8,500 orfanatos, 11,500 jardines de infancia, 13,500 consultorios matrimoniales, 33,000 centros de educación o reeducación y 10,000 otras instituciones.
Corolario: no solo no es necesaria la caridad estatal sino que, en tanto obtenga los recursos de manera coactiva, es contraproducente.