Editorial

Una reflexión en el Día del Maestro

Hoy se celebra el Día del Maestro en Honduras, una fecha dedicada “a enaltecer las labores de los apóstoles de la enseñanza”, según reza en el decreto ejecutivo de la Secretaría de Educación del 28 de septiembre de 1923. Es propicio entonces reconocer la labor de más de 64,000 profesionales que laboran en los niveles prebásico, primario y medio de enseñanza del sector estatal, y miles más que lo hacen en el sector privado y en el nivel de educación superior. Ellos forman parte de uno de los gremios más importantes del país, al ser los responsables no solo de enseñar las primeras letras a los ciudadanos que dirigirán los destinos del país, sino también de educarlos, guiarlos, entregarles las herramientas necesarias para hacer las cosas bien, o hacerlas mal, si es que en su camino se encontraron con uno de esos maestros (de los que por suerte no hay muchos) que no entienden la responsabilidad social que tienen al pararse frente a un grupo de estudiantes ávidos de obtener conocimientos y herramientas que les faciliten su paso al complejo mundo laboral.

Hay que reconocerles que son muchos los que trabajan en condiciones precarias, en escuelas que se están cayendo, que no cuentan con los servicios básicos y mucho menos con material didáctico; o que sus centros educativos se ubican en zonas de alto riesgo manejados por grupos criminales.

Pero también hay que señalarles que hay muchos docentes que no cumplen a cabalidad con sus funciones, que abusan de sus alumnos y alumnas, no les facilitan el proceso de enseñanza-aprendizaje y más bien les obstaculizan el mismo. Por eso hay que pedirles que reflexionen sobre la importancia de su trabajo en una sociedad altamente conflictiva como la hondureña; recordarles que no olviden que un gesto, una mala mirada, un comentario fuera de tono puede marcar la vida de uno o varios de sus estudiantes y optar por abandonar la escuela y con ello condenarlo a mantenerse dentro del círculo de la pobreza que abate a millones de hondureños y hondureñas.