Celebramos hoy, 17 de septiembre, la loable labor de los hondureños que dedican su vida a la noble actividad de la docencia a lo largo y ancho del territorio nacional; hombres y mujeres encargados no solo de enseñar a leer y escribir a los niños y las niñas, también de entregarles las herramientas necesarias para entender y desenvolverse en la sociedad e inculcar a sus alumnos y alumnas los principios de la honestidad, el respeto, la responsabilidad y el civismo, entre muchos otros valores.
Una labor que no siempre realizan en las mejores condiciones, principalmente quienes todavía deben atender más de un grado en las zonas rurales, de difícil acceso y viviendo en condiciones de pobreza y pobreza extrema.Son los maestros los que están en las aulas de clases aun en los momentos más difíciles de la patria, quienes atienden a sus estudiantes en tiempos de pandemia, de desastres naturales, bajo las amenazas de grupos delincuenciales que les acechan en sus centros educativos y hasta en sus hogares, y sin importar si el gobierno de turno les hace llegar o no el mínimo apoyo para realizar su labor en condiciones dignas.
Hoy que se celebra esta efemérides en honor al presbítero José Trinidad Reyes, el fundador, en 1847, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el creador de la primera biblioteca, conocida como Biblioteca de la Academia, de un luchador en favor de los derechos de los más desposeídos, reconocemos la labor de los docentes del sector público y del sector privado, quienes más allá de los problemas que en muchas ocasiones frenan su buen desempeño, el abandono gubernamental, las condiciones antipedagógicas en las que muchos desempeñan su labor, la falta de las herramientas tecnológicas, se mantienen de pie, de frente a sus estudiantes, dándoles lo mejor con lo poco o mucho que tienen a mano.
