Los números de los casos de violencia se incrementan todos los días en Honduras, en lo que parece ser el recrudecimiento de una ola delictiva que está arrebatándole la vida a muchas personas a nivel nacional.
Solo el fin de semana se reportaron dos masacres, una en Santa Rita, Copán, en la que perdieron la vida un padre y dos de sus hijos, y la otra en la comunidad de Tres Piedras, en el municipio de El Triunfo, en Choluteca, donde mataron a tres hombres, dos de ellos hermanos.
Pero la ola de violencia también alcanzó a un hombre que fue encontrado maniatado en el baúl de un vehículo que fue quemado en una calle de la populosa colonia Kennedy de Tegucigalpa, a otro hombre que fue asesinado a tiros mientras compraba productos en la pulpería de un barrio de Juticalpa, Olancho, y un joven que fue encontrado maniatado y tiroteado en la carretera CA-13 en Jutiapa, Atlántida.
En este pequeño recuento, son nueve los hondureños, todos hombres, los asesinados entre el sábado y el domingo, sin que se conozcan las causas y mucho menos los responsables de los crímenes.
Si bien desde la Secretaría de Seguridad se publicita que Honduras ha salido de las listas de los países más violentos del continente y del mundo, lo cierto es que las cifras de muertes que se reportan a diario dejan claro que algo no se está haciendo bien en materia de seguridad, pues los delincuentes siguen actuando casi en total impunidad a lo largo y ancho del territorio nacional.
Todo lo anterior obliga a revisar las políticas públicas que se implementan para hacer frente a esta problemática que arrebata vidas, destruye familias, genera temor e incertidumbre en la sociedad, aleja las inversiones, entre muchas otras consecuencias; pero también a impulsar políticas de prevención de todas y cada una de las causas.