El fervor electoral marcó la jornada. Miles de hondureños se volcaron ayer a las urnas para ejercer su derecho al sufragio y ratificar así su vocación democrática.
Hombres y mujeres, adultos mayores y jóvenes, fueron puntuales a la cita democrática que les convoca cada cuatro años.
No importaron los contratiempos que marcaron el proceso preelectoral, tales como la paralización por más de un mes del Consejo Nacional Electoral (CNE), la no aprobación de los fondos para la Unidad de Política Limpia, los problemas en el Tribunal de Justicia Electoral y la paralización del Congreso Nacional, entre otros conflictos que inyectaron incertidumbre al proceso.
No se debe desconocer que a lo largo de la jornada electoral se presentaron problemas, como la llegada tardía del material a algunas Juntas Receptoras de Votos, material electoral dañado, fallos con los lectores biométricos y el cierre adelantado de algunas urnas, incidentes que, sin embargo, no empañaron el proceso.
Destacó la participación activa del contingente de más de 30,000 observadores nacionales e internacionales que se desplegaron por todo el territorio para documentar el ejercicio ciudadano.
Una vez cerradas las urnas y comenzado el conteo, esto llama a la clase política, principalmente a quienes están en la contienda, a respetar a cabalidad la expresión de los electores. Este es el fundamento principal de la democracia.
Los hondureños han decidido su futuro en las urnas, y dicha decisión no debe ser empañada por las ambiciones de políticos que intenten, bajo cualquier pretexto, alterar su voluntad soberana.
El respeto al voto garantiza que las autoridades electas tienen el apoyo y la voluntad real de la mayoría de los ciudadanos y la legitimidad del próximo gobierno.