La crisis política que vive Honduras no abona al clima de tranquilidad que la sociedad demanda a tan solo cuatro semanas para la celebración de las elecciones generales.
No hay motivos válidos para que grupos políticos, sean los que están actualmente administrando el Estado o quienes buscan gobernar, pongan en precario con sus posiciones antagónicas el proceso de selección de las nuevas autoridades.
Las elecciones del 30 de noviembre deben celebrarse de manera libre y transparente. Ese es el clamor popular.
Los electores deben acudir a las urnas, de manera masiva, a expresar su voluntad y elegir a quien consideren pertinente, y los políticos en contienda tienen que respetar ese resultado, les favorezca o no. Esas son las reglas del juego a las que se sometieron y las que deben respetar.
La Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos (OEA) -que se ha instalado en el país desde la semana anterior- ha hecho en las últimas horas un llamado “a garantizar unas elecciones en paz y tranquilidad, lo que requiere que las autoridades electorales puedan desarrollar su trabajo técnico en los términos que la ley establece”. “La autonomía e independencia de las autoridades electorales son principios indispensables en una democracia. El libre ejercicio de las funciones y permanencia de quienes tienen a su cargo organizar y juzgar la elección es un requisito fundamental para garantizar procesos democráticos”, señalaron.
En medio de la actual convulsión política se plantean muchos escenarios de lo que puede suceder de aquí a la fecha de las elecciones, y de los mismos el único válido debe ser el que se desarrollen elecciones transparentes y masivas, con resultados irrefutables para los ganadores, y el respeto irrestricto de los mismos por parte de los perdedores.