Editorial

Amhon y el 'bono anticorrupción”

El “bono anticorrupción” que se autoaprobaron los alcaldes, quienes buscan ahora incluir también a vicealcaldes y regidores, ha generado rechazo en diversos sectores. La determinación de los ediles despierta muchas inquietudes por los argumentos que rayan en lo ofensivo.

“Los fondos son para que los alcaldes no busquen enriquecerse de forma ilícita”, dijo el presidente de la Amhon. Palabras que suenan casi a extorsión: O me dan un bono o no respondo por mis actos. Otro de los razonamientos para que 297 alcaldes reciban en cuatro años de gestión entre 60 mil y 100 mil lempiras es asegurarles una vida digna.

Aunque a muchísimos hondureños no les alcanza toda una vida de trabajo honrado para gozar de un retiro digno y merecido, nuestros alcaldes prácticamente quieren asegurarlo en cuatro años.

Sólo el fondo de retiro para los jefes municipales significa una erogación de casi 80 millones de lempiras en un cuatrienio, los que dejarán de ser empleados en obras que son tan necesarias para el desarrollo de las comunidades.

Recordemos que los gobiernos locales no se caracterizan por vivir en la opulencia y algunos enfrentan dificultades hasta para cumplir con el pago de salarios. ¿Qué diría Cabañas, que rechazó su pensión vitalicia argumentando el estado deficiente del erario? ¿Y qué mensaje le estamos enviando a los países amigos y organismos donantes? Es de sobra cuestionable que el estímulo económico que se recetaron los alcaldes, cual antídoto contra la corrupción, logre el propósito anunciado.

Pero, además, deja un sinsabor entre quienes aún conservan una visión idealista del servidor público. Y es que la vocación de servicio y compromiso con la comunidad que los ediles exhibieron cuando perseguían el voto de los electores choca ahora con el afán de volver más redituable su paso por la alcaldía, peor aún si es con fondos que deberían ser para los más necesitados.

También hay que mencionar el riesgo de un mayor acaparamiento de puestos en las alcaldías en detrimento de la apertura democrática. Todo por el olor del dinero que, según los alcaldes, si no viene de adentro habrá de llegar de afuera.