Violencia que da vergüenza

La violencia contra la mujer, arraigada en el machismo y la impunidad, sigue cobrando vidas, silenciando víctimas y dañando el valor de la vida humana

  • 12 de agosto de 2025 a las 00:00

Históricamente, la violencia siempre ha sido un medio para el ejercicio del poder, se relaciona con el predominio a través de la fuerza. La violencia es el uso intencional de la fuerza física o poder contra una persona, grupo o comunidad que tiene como objetivo causar daño psicológico, lesiones o hasta la muerte.

Es la violencia la que nos ha arrastrado a la impresionante desvalorización de la vida humana en la actual sociedad, nos siguen sorprendiendo las muertes violentas de mujeres por sus parejas o exparejas. Hablar de violencia contra la mujer o de violencia doméstica sigue siendo un tema que da vergüenza. Esa vergüenza que mantiene en silencio a muchas mujeres hasta que se vuelve público cuando la noticia de la tragedia trasciende.

Como quiera que se le llame, la violencia contra la mujer sigue siendo un tabú, a la vez que complejo. Cómo alguien que compartió vida, casa, historias y familia puede llegar a convertirse en un verdugo, en un asesino. Es pues, precisamente ese vínculo tan estrecho es el que provoca vergüenza, la cual se vuelve barrera para pedir auxilio, aun con su propia familia, ya que, por la misma cultura machista e ignorante pudieran ser los primeros en decir: “te lo dije”, “ahora aguanta”, “así lo querías”, “es que te gusta que te maltrate”, entre otras barrabasadas que lo único que hacen es lacerar el autoestima de la mujer que se encuentra en un laberinto sin salida, llevándola por los senderos de la violencia hasta alcanzar una muerte lenta y segura.

A ningún ser humano le agrada el maltrato, ninguna mujer se siente bien cuando la lastiman, no importa si la violencia es psicológica, física, económica u otra; nadie se siente contento ni mucho menos cómodo siendo lastimado, abusado, y mucho más traumático se torna cuando dichos maltratos vienen de la persona más cercana, la pareja, y en el lugar más sagrado y donde se supone el más seguro, el hogar.

La problemática de la violencia contra la mujer es un asunto de raíces profundas, un tema que hay que tratar tanto en el hombre que agrede como en la mujer que permite ser agredida, la violencia en este ámbito suele ser un patrón repetitivo.

No es fácil zafarse de la violencia en cualquiera de sus formas, las presiones sociales, familiares, económicas, la desigualdad, la injusticia, el temor, la vulnerabilidad, la impunidad, el miedo a perder a sus hijos, mostrar debilidad, exponer su fragilidad, enfrentarse al fracaso amoroso o matrimonial, son situaciones que a una mujer le causan vergüenza. Lamentablemente esa violencia que causa vergüenza es la que lleva a muchas mujeres al extremo de perder la vida.

Este tipo de violencia no tiene límites, no hace excepción de edad, raza, religión, estatus social, económico o profesional. La violencia contra la mujer o violencia doméstica en cualquiera de sus aristas no tiene parangón. La única que puede poner límites es la víctima, siempre y cuando haya conciencia de los finales trágicos a los que puede llegar. No podemos negar que se han registrado avances en la atención y prevención de este problema, incluso se ha visto una disminución en las muertes violentas de mujeres, pero las cifras siguen siendo preocupantes, especialmente para las mujeres jóvenes. La violencia contra la mujer o violencia doméstica es de las formas más comunes de violencia reportadas y la impunidad sigue siendo un desafío trascendental que debemos enfrentar y tratar como sociedad.

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