Abatidos por las poco halagüeñas noticias de las últimas semanas es probable que sentimientos fatalistas invadan nuestro ánimo, ensombrezcan tímidos optimismos y nos desdibujen la sonrisa del rostro.
Si además acudimos a los libros de historia nacional y revisamos tristes episodios como las guerras civiles de siglos anteriores, los grandes escándalos de corrupción y las recurrentes crisis políticas, existe el riesgo de considerarnos condenados a atavismos sin salida, con nulas alternativas de solución, destinados sin remedio a la búsqueda de la piedra más grande para atárnosla al cuello y lanzarnos al mar. ¿Puede juzgarse a un connacional de pesimista con estos antecedentes “adornando” el contexto presente? Difícilmente.
Años atrás, mientras recordábamos estos episodios entre sorbos de exquisito chocolate caliente servido en pocillo de barro (así como lo hacían las abuelas), nos propusimos con un buen amigo hacer el ejercicio contrario: sumar un listado de experiencias exitosas en el país de las que se pudieran aprender lecciones para el futuro, identificando también sus porqués y los elementos que valdría la pena rescatar de las mismas para difundirlas y ofrecerlas como ejemplo positivo.Rápidamente identificamos más de una docena, del pasado lejano y reciente, que nos entretuvieron un buen rato en su “análisis”.
El Instituto Nacional de la Vivienda (Inva) -en su época de oro- fue una de las primeras que recordamos. Muchos de sus proyectos de vivienda social (hoy ya “viejas” colonias, como la 21 de Octubre y John F. Kennedy de Tegucigalpa), con sus bajos costos, contribuyeron a paliar la demanda habitacional de su tiempo, en formas que ninguna de sus sucesoras ha logrado igualar.El sector cafetalero fue otro de los identificados.
El café es el medio de sustento de más de 120,000 familias a nivel nacional. 15 de los 18 departamentos cultivan alguna de las variedades regionales identificadas (6), sosteniendo la economía nacional (representa el 30% del PIB agrícola y el 5% del PIB nacional), favoreciendo la construcción de caminos, permitiendo la preservación de ecosistemas y protección de cuencas hidrográficas. En los últimos años, la mejora constante en su calidad ha llevado al reconocimiento internacional colocándonos como quinto productor a nivel mundial.
Otro caso de éxito es la Cooperativa La Sureñita. Fundada en 1985, con mujeres campesinas del sector reformado, dedica sus esfuerzos al cultivo del marañón en la zona sur (Valle y Choluteca) y exporta su producción a la región y Europa.
Es un ejemplo de éxito del cooperativismo y el comercio justo, que mantiene 150 productoras activas, generando puestos de trabajo e ingresos para sus familias.La lista siguió llenándose de ejemplos (aceite de palma, camarón, maquila, melón, cacao).
Para ese momento, la conversación -que había comenzado desmotivada- ya tenía otro tono, con el exquisito chocolate sabiendo mejor que antes y el optimismo retoñando muy fiero, debajo de aquella gran piedra.