El pasado primero de septiembre, Día de la Bandera, se inició oficialmente la campaña propagandística electoral de los partidos políticos. Cinco partidos son los participantes; tres con fuertes posibilidades de acceder al poder: Partido Liberal, Partido Nacional y Libertad y Refundación. En la práctica, los movimientos de campaña comenzaron antes de la fecha legalmente establecida, lo que nos permite estimar hacia donde se encaminará el discurso de los candidatos a la presidencia de la República.
Hasta la fecha poco o nada hemos conocido de los planes de gobierno de los candidatos. Con motivo de la apertura oficial de la campaña, el partido Libre organizó una multitudinaria concentración política en la estratégica ciudad de San Pedro Sula, ciudad heroica (1944) además simbólica en la resistencia histórica antidictatorial; donde se escuchó el discurso inaugural de campaña de la candidata Rixi Moncada, considerada por propios y extraños, incluso por férreos opositores, la candidata más preparada, experimentada e inteligente entre los contendores inmediatos.
En su discurso, Rixi esbozó algunas líneas fundamentales de su próximo gobierno en caso de triunfar. Estableció con fuerte convicción democratizar la economía; qué va, por obtener para el pueblo hondureño créditos bancarios a bajo costo, haciéndolo accesible con enfoque de género a los micro, pequeños y medianos empresarios, con fuerte estímulo a la producción; la eliminación de las exoneraciones cuasi vitalicias de minorías económicas privilegiadas, la promoción de la inversión honesta nacional e internacional y la lucha frontal contra la corrupción sistémica y público-privada.
En la última concentración en Gracias, Lempira, reiteró, amplió y profundizó su propuesta. Con estas contundentes afirmaciones, la candidata Moncada asegura el respeto a la propiedad e iniciativa privada en el marco de la estructuración de un nuevo modelo económico, que tienda a disminuir la profunda desigualdad e injusticia social y económica que vive la mayoría del pueblo hondureño.
Este fue un mensaje toral e imperativo del que, visualizamos, habrá una transformación sin precedentes en el sistema económico de nuestro país. La candidata no soslayó el reto educativo al afirmar “llenaremos de educación a todos los sectores”, manifestando que asegurará a la juventud su acceso a la educación, tecnología y cultura. La candidata no dejó de privilegiar la extensa, impactante y profunda obra social multisectorial del actual gobierno; la que cita como un legado refundacional que su futura administración deberá continuar y profundizar.
Los candidatos liberal y nacional todavía no expresan con claridad y fortaleza sus propuestas de gobierno. El candidato Nasralla, recién llegado al partido que lo postula, carente de militancia meritoria y de dudoso liberalismo para el votante duro; hasta la fecha, se ha limitado públicamente a agredir verbalmente con vehemencia visceral, aupado por un equipo de estrecha visión, con descalificaciones y poses teatrales contra la candidata de Libre.
El candidato nacionalista Asfura continúa con su bajo perfil, con escuetas y ambiguas propuestas tipo clisé, expuestas con limitada elocuencia. Es bastante claro que la historia tiene abatido a este partido y las consecuencias las pagará su laborioso candidato. Sin embargo, aún falta buen tiempo para que los candidatos expresen y desplieguen con cultura y madurez sus potenciales proyectos para mejorar las condiciones de vida de los hondureños y dejen de lado los desagradables adjetivos y filípicas ideologizadas, desfasadas y ahistóricas, propias de la guerra fría ya enterrada, que no atraen para nada a nuevos votantes.