Retomamos la interrogante respecto a ¿qué va a pasar con el presupuesto de la Sesal y de los nuevos hospitales en 2026 y en los subsiguientes años, cuando se tenga que pagar un servicio de la deuda creciente cercano a los L70,000 millones anuales? ¿Se volverá a congelar el presupuesto de Salud como en los gobiernos anteriores o, cuando algún día concluyan las construcciones sanitarias, no estarán listas para atender apropiadamente a los pacientes?
En primer lugar, habría que estar claros en que no se cumplirá con la promesa del gobierno de inaugurar en 2025 al menos uno de los ocho hospitales proyectados. Vale decir que tampoco se cumplió con el inicio -ya de por sí súper retrasado- de la represa El Tablón en octubre y así por el estilo con otras obras cruciales. Los proyectos hidroeléctricos Los Llanitos y Jicatuyo quedaron todavía más lejos siquiera del inicio. Desafortunado para el desempeño del gobierno y más lastimoso para el país. En un contexto como el descrito, se vislumbra complicaciones para avanzar y concluir con los hospitales y, sobre todo, concretar con la dotación de los insumos para el adecuado funcionamiento de esas unidades sanitarias. En otras palabras, que existe el inminente riesgo de que además de quedar obras inconclusas, no se cuente con los recursos suficientes para su apropiado funcionamiento.
Sin el presupuesto suficiente no será factible la adquisición de los equipos médicos y no médicos. Está en duda la compra de equipos de diagnóstico, quirófanos, tampoco las tecnologías de resonancia magnética, tomografía, densitometría ósea, mamografía y radiología. Recursos para las salas de pediatría, ortopedia, oncología y nefrología. Se teme escaso provisionamiento de medicamentos, como ocurre con los hospitales ya existentes. Todavía más difícil se percibe la factibilidad de contratar personal médico especializado y los demás recursos humanos necesarios.
Derivado del altísimo endeudamiento recibido por los gobiernos anteriores, y del ritmo similar llevado por el actual régimen, las finanzas públicas siguen fuertemente comprometidas teniendo que pagar un enorme y creciente servicio de la deuda (capital principal e intereses) que supera a los presupuestos para educación y salud, juntos. Las cúpulas gobernantes han sido irresponsables con las presentes y futuras generaciones.
Se perciben señales en el proyecto de presupuesto enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional que continúa inmerso en la parálisis en año electoral debido a la falta de convocatoria a sesiones por parte de la cuestionada directiva que rehúye las decisiones de la mayoría de diputados. Para 2026, el proyecto de Presupuesto dejado por el gobierno saliente prácticamente mantiene el mismo nivel que el año precedente, alrededor de L29,000 millones. Dependerá de la legitimidad y determinación de las nuevas autoridades presidenciales y legislativas hacer una reestructuración del gasto público, manejar responsablemente el endeudamiento y actuar con transparencia y eficiencia para contar con recursos presupuestarios atendiendo las prioridades.
También, el gobierno de Castro evidenció comportamientos que aumentan la incertidumbre y rechazo. Por ejemplo, se replicaron situaciones de gobiernos anteriores, para el caso, se superó el récord de la ridiculez (implantado en el gobierno de JOH) con una ministra de Salud que llegó a decir con toda la espontaneidad, y haciendo gala de firmeza científica, que la refundación se demostraba construyendo “las columnas de los nuevos hospitales a dos kilómetros de profundidad”.