Megalomanía, mitomanía y mendacidad

Están revueltas la megalomanía, la mitomanía, la mendacidad y algunas escasas verdades. Se miente desde el gobierno y también desde fuera de él, precisamente para ganar la simpatía de los votantes

  • Actualizado: 07 de mayo de 2025 a las 00:00

Cientos de miles de votantes en los comicios generales de 2021 asistieron a las urnas con la esperanza de ver un país mejor, con un ambiente de paz, con oportunidades de empleo, con espacios para la sobrevivencia y superación en muchos sentidos. En un intento de resumir tendencias en las preferencias y decisiones de los votantes, podríamos decir que en ese proceso interactuaron los votos “duros” y los votos “independientes, indecisos, flotantes”.

Algunos dirán que son los votos duros los determinantes, otros aseguran que son los votos independientes los claves. No es tan sencillo saberlo con seguridad. Entremezclados con las tendencias de todos los votos, van también las mentiras, las verdades, las exageraciones y las cuestiones inciertas de los partidos políticos y sus candidatos. Se ofrecen cosas durante el período electoral y probablemente se hacen otras muy distintas cuando ya se está en el ejercicio de las posiciones acaparadas como resultado de las elecciones.

Están revueltas la megalomanía, la mitomanía, la mendacidad y algunas escasas verdades. Se miente desde el gobierno y también desde fuera de él, precisamente para ganar la simpatía de los votantes.

La megalomanía, o sea aquellos delirios de grandeza que se dan en muchas personas pero que, sin duda, son trastornos peligrosísimos cuando los manifiestan aquellos que controlan el poder político o incluso, en organizaciones sociales. Lo hemos escuchado en Honduras, por ejemplo, cuando gobernantes han dicho que “somos el mejor gobierno en la historia del país”. O, también, cuando repiten cosas que no son ciertas como: “Hemos hecho las mejores carreteras de Centroamérica”. Otra también: “Nuestra economía es la que más crece en toda la región”. Y así, por el estilo. Los megalómanos no tienen limites en sus trastornos y fácilmente se desconectan de la realidad. Para llevarse bien con ellos, se tendría que padecer el mismo trastorno o “seguirles la corriente” hasta que llegue el límite de aguante. En política, es prácticamente imposible simpatizar con una persona que tenga una concepción inflada de sí misma.

En cuanto a la mitomanía, destaca por la manipulación de información y la propaganda. Y es muy “pluralista”, es decir, lo hacen desde la derecha hasta la izquierda, todas las líneas ideológicas incluyendo hasta aquellas que dicen ser “neutrales” o de “centro”. Todo depende de las mentes manipuladoras que están conduciendo los hilos. Un aspecto muy singular según los estudiosos del comportamiento es la difusión de noticias falsas, la creación de escenarios artificiales para distraer a la opinión pública y, la distorsión de estadísticas. Por ejemplo, el expresidente Callejas divulgó en su momento que su gobierno había reducido la pobreza del 72.1% al 64% entre 1990 y 1993. Como un déjà vu, en la actualidad se dice algo similar. Ahora, también se ha agregado haber logrado una reducción del desempleo abierto del 8% al 5%. Y, ¡sorpréndase! Callejas también utilizó el supuesto aumento en las afiliaciones al IHSS en 100 mil trabajadores. Mucha casualidad o mucha mitomanía desconocedora de la historia.

La mendacidad, entendida como la costumbre de mentir, siempre tiene sus limites en la lucidez del público. A la inversa de lo escrito por Francis Fukuyama que habíamos llegado al “fin de la Historia”, hay algunos burócratas abyectos que creen que la historia de Honduras comenzó recién en 2009. Y la patología indica que hay algunos que de tanto repetir, terminan creyendo sus propios relatos.

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