Libertaria

La visita de la máxima autoridad de Transparencia Internacional (TI) a Honduras es de gran simbolismo y alta significancia política. Es expresión de la intranquilidad constante de la ciudadanía por la corrupción e impunidad crecientes, así como del elevado interés de la comunidad internacional en el Estado de derecho, la transparencia y la lucha anticorrupción, en nuestra nación. Se reconocen problemas estructurales: la Corrupción galopante es indudable y vulnera la gobernabilidad. Es una forma de impulsar las reformas institucionales impostergables, en varios centros, pero en especial en los órganos jurisdiccionales. La justicia no puede continuar sin la venda. Se evidencia la vigilancia internacional y el compromiso más allá de la lírica. Ante la buena voluntad internacional por nuestros problemas domésticos, lo menos que se espera del gobierno es un verdadero combate a la corrupción. El rechazo a los focos de esa corrupción que potencian y usufructúan sus allegados. A que tome las decisiones necesarias en procura del fortalecimiento institucional de órganos contralores y judiciales. A que sea baluarte de rendición de cuentas, en cuanta licitación pública suceda. El gobierno debe actuar en consonancia con los organismos de sociedad civil que en nombre de la ciudadanía velan por la cosa pública, en vez de convertirse en su perseguidor. La creación de la CICIH sigue siendo esperada. Algún paso que sea por lograrla más adelante. Tiene que darse una real protección a denunciantes de la corrupción, a los periodistas. La libertad de expresión y el acceso a la información pública tienen que estar garantizados. El Pueblo debe ejercer su derecho a la protesta, a organizarse y a movilizarse. Ser vigilantes efectivos y protagonistas en el proceso democrático. La visita de TI es una oportunidad para que retomemos el camino a la consolidación de nuestra democracia. Que por fin encontremos una gobernanza satisfactoria y que asegure las condiciones para la paz y el crecimiento que requerimos.