La rana y el buey

El país no necesita más divisiones ni afrentas innecesarias; necesita liderazgo sensato, una visión de futuro y un compromiso real con las necesidades del pueblo

  • Actualizado: 21 de enero de 2025 a las 00:00

Hay una fábula escrita por el griego Esopo hace 2,600 años, “La rana y el buey”, en ella se narra cómo una rana, pequeña, frágil -y estúpida- intenta hincharse para igualar en tamaño al poderoso buey. Ya saben cómo termina la historia, la ambición desmedida y la falta de juicio llevan a la rana a su propia destrucción, una lección que parece tan relevante hoy como en tiempos antiguos. En Honduras, esta fábula encuentra eco en las acciones de la administración de Xiomara Castro, cuyas ridículas afrentas a nuestro socio Estados Unidos de América reflejan una arrogancia peligrosa que podría traer consecuencias devastadoras para el país.

En su afán por abrazar esa agenda socialista internacional -que nadie ha pedido-, los Zelaya Castro parecen olvidar que Honduras es una rana en un estanque global dominado por enormes bueyes como los Estados Unidos. Peor aún, andamos buscando pleito con Donald Trump, reconocido por su estilo rotundo y políticas de represalia que no duda en usar. Esas amenazas de deportar a los militares estadounidenses de Palmerola o haber denunciado el tratado de extradición para proteger a la familia presidencial son actos que vulneran nuestra estabilidad y ponen en riesgo la relación bilateral con nuestro principal socio comercial.

Solamente se puede entender tal estupidez en un país como el nuestro, cuando la prioridad de este gobierno sea alimentar divisiones ideológicas en un país que languidece, con niveles de pobreza crecientes, con migraciones masivas constantes y con una deuda externa desbordada. El grupo gobernante pareciera no percatarse que el pueblo hondureño vive una lucha diaria por sobrevivir, que nadie quiere caos y que han descuidado lo esencial: la creación de empleos, la mejora en la educación y salud, y la promoción de un desarrollo sostenible.

Deportar militares estadounidenses o atacar acuerdos fundamentales como el tratado de extradición no solo es irresponsable, sino suicida. La base aérea José Enrique Soto Cano no es solamente una base militar; es el símbolo de la reciprocidad histórica entre Honduras y Estados Unidos, un vínculo que ha sido clave no solamente para mantener un equilibrio en la región, sino que ha sido un pilar fundamental en la lucha contra el narcotráfico internacional; amenazar esta realidad no solo socava los esfuerzos conjuntos contra el crimen organizado, sino que también nos convierte en cómplices implícitos de los carteles.

Señora presidenta, el país necesita avanzar, no retroceder. Esa destructiva agenda socialista podrá ser el sueño de su marido y de unos pocos, pero no es el camino que la mayoría de hondureños deseamos. No siga inflándose como la rana que quiso ser buey y termine explotando, porque no será usted quien pague las consecuencias, sino todos los hondureños. El país no necesita más divisiones ni afrentas innecesarias; necesita liderazgo sensato, una visión de futuro y un compromiso real con las necesidades del pueblo. Estamos cansados de tantas aberraciones. Es hora de gobernar con responsabilidad, Honduras lo merece.

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