La Semana Santa, al menos en esta parte del mundo y desde el punto de vista musical, está marcada usualmente por una lista de canciones, liderada normalmente por una, que sirven de “soundtrack” de las experiencias que se viven en estas vacaciones. Restaurantes, parques, balnearios, negocios y sitios de entretenimiento nocturno las hacen sonar en todo momento. Las canciones del verano cambian cada año, nunca es la misma de uno a otro, pero todas tienen en común que son pegajosas, alegres y, por supuesto, invitan a la fiesta.
Sin embargo, me ha sucedido en los últimos años que me cuesta mucho más identificarlas. Tal vez sea porque mis hábitos al escuchar música, y creo que el de la mayoría, han cambiado. Una diferencia importante es que antes cuando se escuchaba música en la radio se estaba a merced de la programación, pero en las plataformas modernas la programación es la que está a merced de nosotros. Tal vez me he centrado en escuchar mi lista de siempre y menos lo nuevo y actual. O puede que simplemente la distancia generacional me esté pasando la cuenta, las tendencias se suelen hacer para los más jóvenes.
Mi canción del verano ha sido más bien todos los dimes y diretes de la clase política hondureña, y como me pasaba a veces con la canción del verano hace diez o quince años, a fuerza de escucharla ya me aburrió. No importa cuál sea el medio, televisivo, radial o digital: las mismas cantaletas interpretadas por los cantantes de siempre. Y este ha sido posiblemente el hit del verano para todos aquellos que pretendemos estar informados e informadas.
La letra de la cantaleta en este punto es, además de monótona, absurda y estéril. Estos cantantes de los que he hablado tienen también un coro que les hacen la segunda voz. Se los puede escuchar de foro en foro y de noticiero en noticiero, diciendo lo que ya todos sabemos que van a decir porque el esquema es siempre el mismo.
Un paralelismo no menos curioso entre la típica canción del verano y esta cantaleta de la que les hablo hoy es que más de alguna vez uno de estos éxitos del verano le pudo parecer irrespetuoso a alguien, y ya he hablado aquí de lo poco que se respetan entre sí algunos actores políticos. La culpa no era del reguetón. Y no dude de lo pegajosa que es, porque no son pocos los compatriotas que recitan lo dicho por uno y por otro.
Sé que en el país siguen sucediendo hechos que son de interés general, pero posiblemente sea bueno en esta Semana Santa buscar la canción del verano y escucharla o bailarla si es necesario hasta que nos aburra. Es necesario también descansar de todo el ruido que se genera a nuestro alrededor. Nadie quiere escuchar de rencores ni nada que se le parezca; el sonido del mar es a todas luces mucho más placentero.
Cuando se acaben estas vacaciones volveremos, como se suele decir, a la realidad. Ojalá que con una perspectiva nueva. Por último, quisiera decir, aprovechando esta analogía que hoy he compartido, que estaría muy bien si somos nosotros quienes le ponemos las canciones a nuestra vida. Elijamos; decidamos qué pensar y no repitamos lo que hoy he propuesto como cantaleta del verano, pero que también es el villancico de Navidad, la de despedida del Año Viejo y la de la bienvenida de Año Nuevo, la de vacaciones morazánicas y la de toda festividad que se le ocurra.