Humildad en la victoria, dignidad en la derrota

Honduras necesita figuras que no necesiten millones para ensanchar sus débiles personalidades”

  • Actualizado: 13 de diciembre de 2025 a las 00:00

Han transcurrido 45 años desde que Honduras ingresó a una nueva era de ejercicios democráticos electorales. En ese período, los hondureños hemos acudido ininterrumpidamente a las urnas cada cuatro años, supuestamente para elegir gobernantes. La triste realidad es que, en casi todos esos eventos, el pueblo ha tenido muy poco poder de decisión porque ha sido conducido a las urnas solamente a avalar lo que cuatro o cinco figurones de los partidos políticos han tenido a bien escoger como sus candidatos personales, atendiendo, en su mayoría, no los intereses de la nación ni considerando la idoneidad de los escogidos, sino los caprichos de los caciques de turno.

El 30 de noviembre recién pasado, se consumó, una vez más, un ejercicio con estas características. Los partidos mayoritarios, incluyendo el partido de gobierno, acudieron en gran parte a las urnas, no necesariamente con sus figuras más relevantes. Los candidatos terceristas fueron la novedad del momento, los traslados, traslapes, transfuguismos y oportunismos en la integración de planillas de diputados y concejales municipales, afloraron por doquier; sin embargo, se consumó en las urnas lo que el pueblo había venido gritando en las calles: los “carentes de carismas”, los aborrecidos, los rechazados que tuvieron el atrevimiento enfermizo de perseguir reelecciones sin mérito alguno, fueron aplastados por la voluntad genuina popular, y aunque esto era, ni más ni menos, una crónica de una muerte política anunciada, el descaro de aferrarse a un continuismo impopular, comprobó que el vil egoísmo es el elemento químico que identifica a una cantidad exagerada de auto proclamados, seudo líderes políticos del patio.

Muchas lecciones quedarán para el futuro de este pueblo escaso de liderazgos caracterizados por su alta capacidad profesional, pero, sobre todo, de una alta calidad humana. Los hondureños estamos obligados a escoger en el futuro, hombres y mujeres con vena de estadistas, con CORAZÓN CATRACHO y sobre todo que tengan “DOLOR DE PATRIA”. Líderes genuinos, cuya presencia en la atmósfera hondureña, trascienda a su propia existencia, carismáticos líderes sin tacha y sin miedo, cuyo amor por Honduras muera con ellos.

Los hondureños debemos poner atención en aquellos usurpadores del poder que se niegan a aceptar sus catastróficas derrotas, que se inventan fraudes, que agreden personalidades, que irrespetan damas, que les vale un comino la situación calamitosa generalizada del país, que no les duele las largas filas de compatriotas implorando por una aspirina en los hospitales o por un aula y un pupitre digno para sus hijos, que sientan con honestidad que cada hondureño emigrado es un dedo de la mano que le cortan a la patria, manos imprescindibles para la reconstrucción del país. Líderes que no sean producto de bailecitos y carreritas de San Juan en los medios de comunicación, figuras que no necesiten millones para ensanchar sus débiles personalidades en los medios televisivos, aspirante que no necesiten recurrir a las gavetas del Estado para sufragar campañas; líderes magnánimos en la victoria, pero dignos en la derrota.

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