Giro a la derecha y la sombra de Trump

Observamos que en las Américas se está dando un giro hacia la derecha –y ultraderecha–, tras gobiernos de izquierda que no han respondido a las expectativas creadas, casi siempre con discursos populistas. En los últimos meses se observa que la sombra de Donald Trump impacta en la región.

  • Actualizado: 19 de diciembre de 2025 a las 14:37

El efecto pendular se ha visto casi de manera permanente en la política del continente. Gobiernos militares... retorno a la democracia...; gobiernos de izquierda (radical o moderada) ...giro a la derecha. El vaivén continúa, aunque no siempre dura lo mismo, porque nunca faltan los gobernantes que intentan perpetuarse en el poder, sin importar la ideología.

Los ejemplos sobran, pero ahora mismo estamos viendo, con diferentes matices, lo que sucede en Chile y Honduras, en donde dos gobiernos de una izquierda moderada recibieron en las urnas el rechazo de la población, precisamente por no cumplir lo que al pueblo se le había prometido.

Honduras es un caso patético. Las elecciones generales tuvieron lugar el pasado 30 de noviembre, y al momento de escribir esta columna –19 de diciembre–, aún no hay resultados definitivos, aunque ha quedado claro que la candidata oficial ha sido relegada a una tercera posición, con pocos votos en comparación de sus dos rivales, ambos ubicados en la derecha o extrema derecha.

Hay similitudes en los procesos electorales de ambos países. En Chile ha ganado el ultraderechista José Antonio Kast, un seguidor de Pinochet y declarado simpatizante de Donald Trump. Por cierto, el resultado se supo apenas unas horas después de cerrar los centros de votación. En Honduras, en cambio, lo que se ha visto es un auténtico desbarajuste, sin resultados por casi 15 días, aunque todo indica que el ganador pueda ser Nasry Asfura, del conservador Partido Nacional, a quién el presidente estadounidense apoyó públicamente, e incluso concedió el indulto al exmandatario Juan Orlando Hernández, del mismo partido que Asfura –acusado de convertir su país en un “narcoestado”–, en un intento por mejorar la imagen de la organización política.

Tanto la gestión de Xiomara Castro como la de Gabriel Boric recibieron un voto de censuras en las elecciones y por ello el movimiento pendular hacia la derecha, algo parecido con lo que sucedió en 2023 en Argentina, con el triunfo de Javier Milei, un ultraconservador que sustituyó al izquierdista Alberto Fernández. Pero Argentina siguió fortaleciendo su giro hacia la derecha en las elecciones legislativas recientes, cuando Trump intervino pidiendo el voto a favor del partido del presidente, a cambio de una ayuda multibillonaria para que el país pueda salir de su permanente crisis económica.

Si se hiciera un mapa por ideologías en América, encontraríamos a Venezuela, Cuba y Nicaragua en la extrema izquierda –los tres bajo dictaduras férreas–, y luego izquierdas moderadas se ven en México, Colombia, Bolivia, Brasil, Chile, Honduras y Canadá. En la derecha ultraconservadora encontramos a Estados Unidos, El Salvador y Argentina, mientras que en la derecha más moderada están Paraguay, Panamá, República Dominicana y Ecuador. Hay algunos que podríamos tildarlos de “híbridos”, porque no enmarca necesariamente en ninguna de estas corrientes política más definidas, como Guatemala, Costa Rica y Perú.

Como suele ocurrir, este “mapa ideológico” es cambiante, y en Colombia se preparan ya para las elecciones de mayo del 2026, cuando el país podría sentir el movimiento pendular y girar nuevamente a la derecha, como ya antes lo ha vivido. Se habla de que los partidos de derecha buscan a un candidato(a) “afín a Trump” para unir a las fuerzas electorales conservadoras y ultraconservadoras.

Ciertamente, todo esto abre espacio para que el debate se centre en temas ideológicos, pero también es una oportunidad para que se discuta en cada país sobre la importancia de mantenerse dentro de la democracia. Los ejemplos de Nicolás Maduro, Daniel Ortega –quien quiere crear una especie de “dinastía familiar”–, Miguel Díaz Canel y Nayib Bukele, son una muestra del peligro que encierran los autoritarismos, siempre con la tendencia de los gobernantes a perpetuarse en el poder. Incluso Trump no ha descartado que pueda buscar una nueva reelección, a pesar de que la Constitución se lo prohíbe, es decir, algo parecido a lo que hizo el presidente salvadoreño.

Hay un factor que está presente en este momento político de América. Se trata de un elemento que se ha vuelto vital en el discurso político: me refiero al populismo, que no escapa a ninguna ideología. Hay grandes populistas de derecha –Trump, Bukele y Milei, son buenos ejemplos–, y lo mismo sucede en la izquierda, con Ortega, Maduro y Petro encabezando la lista.

Como puede verse, por un lado, pesan las ideologías, pero por el otro, influye –muchísimo– la personalidad de los gobernantes. Lo que la historia nos ha demostrado es que –tarde o temprano–, los pueblos se frustran cuando lo prometido no se cumple. No es por ideologías, sino simple y llanamente se trata de “dar buenos resultados”. Lo contrario es traicionar el fin ulterior, como es la democracia. Mientras el péndulo se mueve, no me queda más que desearle a los lectores ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!, que lluevan bendiciones para todos.

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