Escriba un soneto

Escriba un soneto aunque no sea poeta ni quiera serlo. Se puede no ser poeta y escribir un soneto, uno bueno

  • Actualizado: 14 de octubre de 2025 a las 00:00

Escriba un soneto, en estos tiempos en los que las ocupaciones y los entretenimientos tienen que ver solo con pantallas. En estos tiempos en los que se habla sin pensar. Escriba un soneto aunque no sea poeta ni quiera serlo. Se puede no ser poeta y escribir un soneto, uno bueno. Y si usted, por la razón que sea, no está seguro de qué es un soneto, descubrirlo será, entonces, su primera tarea.

No lo escriba en una computadora. Busque una hoja en blanco y un lápiz. Apague todo y piense qué es lo que quiere decir. No hay quien no tenga nada que decir. Digo, además, que es una gran manera de darse tiempo con usted. Escribir, después de todo, es un acto solitario, pero sobre todo un acto de amor y de valentía.

Descubrirá en sus catorce versos, organizados en dos cuartetos y dos tercetos, de métrica endecasílaba, que hay cosas de ciertos temas que no sabía o que no se había detenido a pensar. Para mí esa es la belleza más grande de un soneto.

Por supuesto, le tomará tiempo, puede pasar sometido a esa creación varias horas, pero al finalizar podrá decirle a uno de sus cercanos: “Mirá, este es mi soneto, escuchalo”. Antes habrá escrito, tachado, borrado, desechado palabras, probado rimas, comenzado en otra página una y otra vez. Créame, es de las actividades más entretenidas que se pueden hacer. Y es gratis.

Yo pienso, y en esto soy inexorable, que una persona que ha culminado su secundaria debería haber escrito por lo menos un soneto. No digo que deba ser un requisito, sino más bien una tradición. Por cierto, la peor manera de arruinar una tradición es darle el nombre de requisito. Es que hasta la palabra en sí misma es fea: re-qui-si-to. Suena como a desalmada burocracia

.Como dije antes, usted no necesita ser poeta. Solo estar dispuesto a escribir, es de los ejercicios más inteligentes y humanizantes que puede hacer una persona.

Y pienso que usted debería escribir, además de un soneto, un par de haikus. Estos son breves, de apenas tres versos, y de origen japonés, pero hace mucho tiempo están también en nuestra lengua. Creo que los haikus nos hacen ver no solo la naturaleza de manera distinta, sino también el presente. De verdad que uno se siente un poco más afortunado cuando escribe un haiku. Hasta calza con la moda del “mindfulness”.

Siéntese a observar el atardecer, cómo cambian los colores en el cielo y se conjugan con las nubes. Escuche el canto de los pájaros y también el de los ríos. Escuche cómo se traslapan. Contemple nuestros cerros y nuestras montañas. Capture y escriba.

Y por último, yo podría decirle que escriba un poema del tipo que sea, pero a pesar de que creo en todas, absolutamente todas las formas de la poesía, pienso que estas formas específicas tienen mucho que decirle al mundo y, lo más importante, a usted y a quienes lo rodean.

Yo creo, profundamente, en el poder transformador de la poesía. Hay versos que nos revelan nuestros más profundos secretos e iluminan los senderos que nos resultan más tenebrosos. O simplemente hay versos que nos hacen la vida más hermosa. Y quisiera tener la posibilidad de probar que esto que digo no es retórica. No lo digo porque es lo que debería decir un profesor de Español, por ejemplo, un 23 de abril. De verdad lo creo. Así que reitero mi invitación: escriba un soneto o un haiku. Y si no le parece necesario es porque de verdad lo necesita. Una linda paradoja que cabe en un soneto.

Josué R. Álvarez
Josué R. Álvarez
Escritor y docente

Autor de “Guillermo, el niño que hablaba con el mar”, “Instrucciones para un taxidermista” y “De la estirpe del cacao”. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle” y el Premio Nacional de Poesía Los Confines.

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