Elecciones 2025: primeras señales

"Con un buen gobierno, se hubiese capitalizado el desprestigio y desmoralización del competidor con mayor voto duro, el PN"

  • 10 de diciembre de 2025 a las 00:00

El actual oficialismo se había declarado ganador absoluto desde meses atrás, específicamente desde las traumáticas elecciones primarias de marzo. A partir de esa fecha, la “narrativa” propagandística fue que la cúpula en el poder tenía a la candidata “mas votada” y que, ante el menor crecimiento del bipartidismo, la victoria “ya es nuestra y no nos dejaremos robar la continuidad de la refundación”.

No obstante, desde los primeros meses de gobierno, se percibieron señales muy claras del desencanto de la población que les favoreció generosa pero muy circunstancialmente con su voto en noviembre de 2021. No resulta fácil entender cómo el núcleo político que asumió el poder a partir del 27 de enero de 2022, llegó a creer que “hicieran lo que hicieran en el gobierno”, mantendrían el apoyo incondicional de los 1.7 millones de votantes, particularmente de aquellos que en realidad formaban parte del centro político. Craso error.

Otra señal, aunque dispersa, fue la pálida reaparición de los que podríamos llamar “bipartidismo bonsái”, dada su antigüedad y tamaño. Uno, que perdió las tres alcaldías que había conquistado en 2021, y el otro, que logró retener la única alcaldía que le salvó su existencia como partido legal. Los partidos pequeños PDCH y Pinu (ambos gobiernistas) logran algunos escaños. Prácticamente menos de los logrados hace 40 años cuando nacieron. Uno o dos diputados cada uno, curiosamente alcanzados por personas venidas desde fuera de sus filas que muy probablemente van de paso, similar a como lo hizo Redondo en el período 2018-22 en el Pinu.

Sin limitarnos a la simplicidad, a ratos pareciera que un video en contra de la imagen de Libre fue mas influyente en el electorado que los tan mencionados audios que hablan de una supuesta conspiración de miembros del PN para manipular el proceso electoral. Lo cierto es que la cúpula de Libre fue agotando a lo largo de los meses sus tácticas dilatorias pretendiendo detener lo inevitable, que llegara el último domingo de noviembre. La carencia de temor a Dios los cegó a la implacabilidad del tiempo.

Un partido político que nació al calor de la resistencia frente a un golpe de Estado y que en pocos los años aprovechó la coyuntura ascendiendo al poder (hecho inédito en Honduras) con una pose de “izquierda”, debió tener “prohibido olvidar” que continuaba existiendo una sociedad muy conservadora y temerosa. Voto volátil. Por ello, debió tener claro siempre que más allá de contar con recurso humano técnicamente preparado para detectar hackeos, el único “algoritmo” certero para volver a ganar elecciones consistía en realizar un gobierno decente, buen administrador, coherente entre su discurso y su práctica.

Con un buen gobierno, se hubiese capitalizado el desprestigio y desmoralización del competidor con mayor voto duro, el PN. Al interior de Libre, deberían de desechar a los que marginaron y echaron a miembros y aliados que hicieron revivir al PL. Desechar y menospreciar a los aliados nunca lo hacen los verdaderos socialistas y demócratas. Sobre la tolerancia y verdadera astucia, se construyen alianzas programáticas y se incluye a los potenciales compañeros. Se suman amigos, no se restan. Se multiplican las riquezas del erario, no se dividen en caletas o bolsones presupuestarios preparando la huida.

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