El nuevo estilo de intervención

Con la llegada del siglo XXI, Estados Unidos moderó su estilo de intervenir en países latinoamericanos. Ahora hay acciones intimidatorias, amenazas verbales en momentos electorales y sí, no se descarta una acción militar para terminar con la era del chavismo y Nicolás Maduro en Venezuela.

  • 05 de diciembre de 2025 a las 14:31

Nadie puede negar que Estados Unidos es la super potencia mundial –económica y militar– y que Latinoamérica es su zona de influencia, aunque gran parte de sus esfuerzos diplomáticos globales se centran más en conflictos extracontinentales, como pueden ser la guerra de Ucrania, Medio Oriente, y el comercio, que son escenarios en donde se ha visto el impacto de Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca.

Hace meses se viene viendo una escalada estadounidense contra Venezuela, más allá de las sanciones comerciales impuestas con anterioridad contra el régimen de Nicolás Maduro, sobre todo después del evidente fraude electoral en julio de 2024.

Pero la política más tolerante de Joe Biden cambió radicalmente con la actual administración, que amenaza con llegar al campo militar, sin descartar una intervención tipo Panamá (1989).

Pero mientras Washington muestra su fuerza militar con acciones en el Caribe –los ataques a “narcolanchas” con víctimas ejecutadas sin el debido proceso–, Donald Trump muestra una cara diferente de intervención, específicamente en procesos electorales, como han sido los casos de las elecciones legislativas en Argentina y las recientes elecciones generales en Honduras, que dejarán muchas dudas y zozobra.

En ambos casos hubo declaraciones de Trump muy significativas:A los argentinos le dijo: "La elección está cerca y la victoria es muy importante. Estamos acá para apoyarte (Javier Milei). [...] Nuestros acuerdos están sujetos a quien gane. Si él pierde, no seremos generosos con Argentina".

No se puede medir el impacto de su amenaza-promesa, pero ganó el partido Milei.

En Honduras ha sucedido algo parecido, con un conteo de votos totalmente loco, que hace dudar de la transparencia de las elecciones. Esto dijo: "El único verdadero amigo de la libertad en Honduras es Tito Asfura. VOTE POR TITO ASFURA PARA PRESIDENTE Y FELICITACIONES A JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ POR SU PRÓXIMO INDULTO".

Luego vino, efectivamente, un contradictorio indulto al expresidente Hernández, quien cumplía una condena por narcotráfico, tras de un juicio en el que se probaron los cargos en su contra. Hernández es del mismo partido de Asfura.

En ambos casos el mensaje fue el mismo para los electores: voten “bien” y llegarán los dólares; voten “mal” y habrá castigo. Cualquier analista podría ver en esta actitud del presidente estadounidense como un acto de intervención en los asuntos de otro país, sobre todo, tomando en cuenta la profunda crisis económica, tanto de Argentina –qué es mayúscula– como de Honduras.

En el siglo pasado las intervenciones estadounidenses eran diferentes, aunque posiblemente más grotescas: promovieron la caída de Jacobo Árbenz en Guatemala (1954) por medio de la CIA, y algo parecido ocurrió con Salvador Allende en Chile (1973).

Era la época de la “Guerra Fría” y EEUU se consideraba “guardián” de la región para que no entrara el comunismo.Luego vino la brutal captura de Manuel Antonio Noriega por medio de una invasión. Eso fue el siglo anterior.Ahora, Donald Trump se muestra como un presidente de mano dura que impone. Lo hace con los migrantes ilegales; con aranceles a diestra y siniestra para avanzar en negociaciones comerciales; y ahora muestra sus diferentes versiones de su actuar: Argentina y Honduras con injerencia en procesos electorales y Venezuela con fuerza militar.

Algo que ha llamado poderosamente la atención es el uso del indulto en el caso de Hernández, porque su liberación no parece haber llevado votos a Asfura y, en cambio, sí le ha provocado erosión a lo interno de su país, puesto que su decisión contrasta con la lucha antinarcóticos que él mismo promueve como una de sus causas favoritas.

El caso es que el juicio contra Hernández tuvo gran cobertura en Estados Unidos y Latinoamérica. Quedaron pocas dudas de sus vínculos con el narcotráfico. Prueba de eso fueron los testimonios que se escucharon y las pruebas que la fiscalía presentó para lograr una condena de 45 años.

La DEA mostró hechos para demostrar que, durante su mandato, Hernández convirtió Honduras en un “narcoestado”, facilitando el tráfico de cientos de toneladas de cocaína por su territorio. No está de más recordar que su hermano “Tony” fue condenado a cadena perpetua por cargos de narcotráfico.

Este indulto muestra que Trump se puede sacar cartas de la manga con tal de alcanzar sus fines, aunque tenga que romper las formas de la diplomacia.

En la guerra fría era común ver la intervención estadounidense en diferentes países. Luego, vino un tiempo de marcada moderación, hasta que este esquema se rompe y permite pensar que estamos nuevamente ante la imposición “del imperio”.

La democracia deja de ser prioridad, como tampoco lo es el multilateralismo, ni el libre comercio.Un estilo diferente que provoca también distintas reacciones...

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