El Nobel de la Paz causa herida

  • 10 de octubre de 2025 a las 12:10

La polémica está servida. Donald Trump no escondió en ningún momento que aspiraba con ser el quinto presidente de Estados Unidos en recibir el Premio Nobel de la Paz, pero no será este año, porque el Comité Noruego del Nobel decidió que la ganadora en 2025 es la activista política venezolana María Corina Machado y no el presidente estadounidense.

Sin embargo, la pronta respuesta de la Casa Blanca, manifestando lo que se podría considerar “enojo” o al menos “frustración”, hace que la polémica se escuche a lo largo y ancho del planeta, no se diga dentro del territorio estadounidense, ya de por sí polarizado por las políticas de su presidente.

Uno de los voceros de la Casa Blanca escribió en la red social X que “el Comité del Nobel demostró que prioriza la política por encima de la paz", y aseguró que "el presidente Trump seguirá firmando acuerdos de paz, poniendo fin a guerras y salvando vidas. Tiene un corazón humanitario y nunca habrá nadie como él que pueda mover montañas con la pura fuerza de su voluntad".

Cabe recordar que fue el propio Benjamín Netanyhau el primero en sugerir que Trump era merecedor del Nobel de la Paz, una idea que desde ese momento pareció gustar al presidente de la nación más poderosa del mundo, y quien se atribuye haber promovido el fin de al menos siete guerras en el mundo en sus dos períodos como gobernante. Sus detractores no le conceden este mérito.

La verdad del caso es que, en esta administración, su gran logro llegó tarde. Me refiero a la propuesta de paz de 20 puntos que finalmente Israel y Hamás aceptaron para negociar y que fue el mismo viernes 10 de octubre cuando se anunció finalmente un cese de fuego en Gaza, así como el inicio del intercambio de rehenes por prisioneros de la guerra.

Ese mérito no se pone en duda. De hecho, gobernantes de todas las corrientes y continentes han visto con buenos ojos que, tras dos años de guerra, haya llegado y esté operando el acuerdo propuesto por Trump, quien personalmente piensa colocarse al frente de la verificación de que se cumplan todos los puntos de su plan.

Sin embargo, antes de eso y hasta el presente, varias de las políticas de Trump distan mucho de provenir de un hombre que promueve la paz. Al contrario, la persecución desproporcionada –y muchas veces hasta ilegal– de migrantes, el envío de tropas a ciudades como Los Ángeles, Washington, Portland y Chicago, dice poco, de una “voluntad pacifista”.

No se debe olvidar que, desde el inicio de su gestión, Trump declaró públicamente que buscaría la paz “por medio de la fuerza”, una contradicción para muchos, que ven en esto una justificación para imponer los cambios que él pretende en el orden doméstico e internacional. Hay que recordar la guerra de aranceles y la amenaza de ocupar Panamá o tomar Groenlandia, como otros ejemplos.

Para muchos, hay congruencia en el Comité del Nobel, que no podía dar el Premio a un gobernante autoritario que, incluso, retuerce las leyes para aplicar sus políticas represivas contra migrantes, opositores y, en particular, contra sus detractores personales.

Mientras tanto, el Nobel para Machado tiene menos polémica, porque ha sido una firme defensora de libertades y de la democracia en su país y, aunque su lucha es por lo que sucede en Venezuela, su narrativa para enfrentar la dictadura de Nicolás Maduro ha sido consistente con el mensaje de responder con la NO violencia, y se ha convertido en un clamor por el respeto a las libertades y derechos humanos. Su mensaje, entonces, trasciende fronteras.

Después del escandaloso fraude de 2024, María Corina Machado salió a las calles a desafiar a un régimen reconocido por ser altamente represivo. Su mensaje fue claro: no a la dictadura, sí a la democracia y el respeto de las libertades.

Sin duda, sus acciones y mensajes valientes han trascendido a nivel global. Estamos en el siglo XXI y los gobiernos autoritarios continúan en los cinco continentes. Estamos en un mundo “moderno”, pero el pensamiento retrógrado de imponer por la fuerza el poder político está en las cuatro esquinas.

Por eso, es loable el Premio Nobel de la Paz para la activista venezolana. Es congruente con la línea que apunta de crear ideas que promuevan la paz, las libertades y el respeto a los derechos ciudadanos. María Corina Machado reúne cualidades importantes para el reconocimiento. Donald Trump, en cambio, ha transmitido más una actitud confrontativa y ha recurrido al uso de la fuerza para imponer sus políticas que, muchas veces, van más allá de lo que la ley le permite.

Para Latinoamérica es un triunfo más: antes recibieron el Nobel de la Paz importantes personajes: Carlos Saavedra Lamas (Argentina 1936), Adolfo Pérez Esquivel (Argentina 1980), Alfonso García Robles (México 1982), Óscar Arias (Costa Rica 1987), Rigoberta Menchú (Guatemala 1992), y Juan Manuel Santos (Colombia 2016). Honor a quien honor merece.

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