Diplomacia, prudencia: ¿dónde están?

Solamente la prudencia e inteligencia del pueblo, acudiendo a las urnas masivamente y razonando su voto, puede salvar al país de un futuro de mayor pobreza, atraso, violencia y zozobra

  • Actualizado: 30 de septiembre de 2025 a las 00:00

No se puede negar, estamos viviendo tiempos extraordinarios, nadando en un cocktail de situaciones peligrosas que mantienen al país en una zozobra permanente. A la inquietud que provocan los discursos incendiarios, con datos falsos y artificiales de la candidata oficialista, debemos agregar los sobresaltos por la incertidumbre que provocan los intentos por poner zancadillas en el proceso electoral, que para bien, por lo menos en el seno del CNE, aparentan en los últimos días, una tranquilidad prometedora de que llegaremos al 30 de noviembre de acuerdo con el cronograma de elecciones; sin embargo, todavía priva en el ambiente el temor del DÍA SIGUIENTE, porque el engolosinamiento que provoca el deseo enfermizo de retener el poder a toda costa, despierta en la ciudadanía un temor de que los insatisfechos con los resultados, que ya se ventilan desfavorables para el partido de gobierno, de acuerdo con las encuestas serias que miden la opinión pública, no serán tan fácilmente digeridos por el radicalismo miope que domina al partido del cacique.

Solamente la prudencia e inteligencia del pueblo, acudiendo a las urnas masivamente y razonando su voto, puede salvar al país de un futuro de mayor pobreza, atraso, violencia y zozobra. Todo lo anterior es preocupante, sin embargo, al darle vuelta a esa página, nos encontramos con un acontecimiento de mayor peligro porque supone el atizar de una hoguera que jamás debe encenderse después de los funestos acontecimientos de 1969, cuando pagamos con sangre de hondureños y de hermanos salvadoreños nobles, los caprichos de dos castas militares que a la sazón gobernaban inconstitucionalmente ambos países. Muchos fueron los muertos que hoy después de más de medio siglo, yacen olvidados en sus tumbas desconocidas, fue casi inútil el sacrificio, salvo tal vez porque el conflicto nos llevó a los tribunales internacionales que sentenciaron, dando en gran parte, la razón y la justicia a Honduras.

Los reciente acontecimientos del Golfo de Fonseca no deben verse como un evento de poca importancia, las redes del vecino país, las manifestaciones trasnochadas de muchos insensatos en ambos países, nos hacen recordar, a los que vivimos y sufrimos los episodios de ese año, que así se atizo la llama del conflicto y nos provoco el funesto enfrentamiento armado.

El intempestivo pronunciamiento de nuestras Fuerzas Armadas declarando “alerta máxima”, aparentemente inconsulta con la Cancillería, nos desnuda la falta de coordinación típica de este gobierno, la declaratoria luce innecesaria, los informes nos indican que el gobierno salvadoreño presento disculpas por el incidente; porqué entonces hurgar el macho con vara corta, al menos que se trate de encubrir otros propósitos aviesos.

Es imperdonable que después de más de 5 años de haber firmado Honduras, un convenio con Nicaragua que delimita nuestras fronteras en el Golfo, el Congreso de Honduras, sin ninguna justificación ni explicación al pueblo, ha rehusado ratificarlo exponiéndose a que Ortega se pudiera retractar, dejándonos solos frente a las pretensiones salvadoreñas.

Esto es irresponsabilidad crasa.

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