Derecho

"Que seamos un Estado de derecho ideal de padres de la patria y nuestro, es solo una declaración. Preciosa. Por ahora inútil, pero inspiradora para luchar por concretarla. Una que no se acata, aunque se encuentre consignada en nuestra carta magna y elijamos creerla"

  • 18 de octubre de 2025 a las 00:00

Que seamos un Estado de derecho ideal de padres de la patria y nuestro, es solo una declaración. Preciosa. Por ahora inútil, pero inspiradora para luchar por concretarla. Una que no se acata, aunque se encuentre consignada en nuestra carta magna y elijamos creerla.

Ofrecían “recuperar el Estado de derecho” y han logrado pulverizarlo. Escuchar obsecuentes con la oligarquía melista, afirmando su existencia, no lo vuelve realidad.

Un Estado de derecho se erige sobre cuatro pilares, ninguno de los cuales en Honduras, no está desmoronado. Que la justicia solo muerde a los descalzos, es eufemismo.

En un sistema político y judicial como el nuestro, nadie, ni ningún sector, puede sentirse amparado por una seguridad jurídica equitativa. Casi que es un albur, un juego de azar. Por eso es gran error ver desde lejos, con indiferencia y hasta repudio, o simplemente darle la espalda a la injusticia.

La cometida contra otros, y bien equivocados, de la que se cree, nunca se será objeto. Porque se tiene buen comportamiento. Porque nunca se ha robado. Porque nunca se ha matado. Porque nunca se ha calumniado.

Cuando se comete una injusticia contra cualquiera y no hay sistema que proteja, sino más peor, sus fallas son amenazas verdaderas a la integridad de todo tipo, nadie está seguro.

Todos estamos bajo amenaza constante. Ahí no hay dinero que valga. Y los contactos no funcionan. Aquí, los más obligados por ocupar cargos públicos, a someterse a la ley, son los primeros en buscar tallársela al cuerpo.

La misma oligarquía melista y sus agentes en diversos entes, erosionaron la división de poderes, indispensable en el republicanismo.

La legalidad de la administración pública puede ser quimera, quizás un golpe de suerte. Y los derechos humanos, en Honduras, perdieron su universalidad.

Que nadie acepte engaño: Ni imperio de la ley, ni pesos y contrapesos, ni legalidad, ni respeto a los derechos humanos. Hay que pelearlos en las urnas. Solo así nos acercaremos a ser un Estado de derecho.

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