Todo empezó con el discurso de Gustavo Petro, presidente de Colombia, en la 80 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) el 23 de septiembre. En ese discurso, Petro hizo alusión a la responsabilidad de Estados Unidos en torno al genocidio provocado en Gaza, donde más de 70 mil personas han muerto, entre ellos niños, mujeres, ancianos y miembros de
organismos internacionales de cooperación.
“No hay raza superior. No hay pueblo elegido de Dios. No lo es ni Estados Unidos ni Israel (...). El pueblo elegido de Dios es toda la humanidad, toda”, fueron palabras que resonaron en todas las latitudes del planeta y aunque es una verdad bíblica, se ha venido sosteniendo lo contrario para justificar políticas agresivas y segregacionistas que han dividido a los seres humanos.
Después del discurso del presidente Petro en la ONU vinieron las amenazas para Colombia y su presidente. Donald Trump, en una evidente acción intimidatoria al presidente de los colombianos, ha dicho que debe “tener cuidado porque tomaremos acciones contra él y su país”.
Trump, en su incontinencia verbal también ha amenazado al presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, por un hecho que ni siquiera es vinculante a su función. Como es conocido, el Tribunal Supremo de ese país, en un largo proceso de investigación y judicialización, condenó a 27 años de cárcel al expresidente Jair Bolsonaro por fraguar un golpe de Estado. Ante esta condena, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que aumentó los aranceles a todas las mercancías procedentes de Brasil, elevándolos al 50% como parte del castigo en respuesta al juicio condenatorio a su aliado de derecha Jair Bolsonaro.
Ni Claudia Sheinbaum, presidenta de los mexicanos, escapa de la ira trumpista. Recientemente, Trump afirmó que “México está gobernada por los carteles”. El presidente insistió que Estados Unidos debe “defenderse” frente al narcotráfico y que en esa línea no descarta una “acción terrestre”, amenaza que la hace a México, de la misma manera como lo ha hecho con Venezuela.
Felizmente, en América Latina, como resultado de los cambios que se están dando, de un mundo unipolar a un mundo multipolar, empiezan a fortalecerse gobiernos que pueden levantar la voz frente a los improperios de los que todavía no advierten que un nuevo orden mundial empieza a dar visos de fortaleza y apunta a un equilibrio en las relaciones internacionales.
Este fortalecimiento de gobiernos latinoamericanos surge como respuesta directa a la transición del sistema internacional. Las transformaciones propician que naciones de la región tengan mayor capacidad para expresar su postura y defender sus intereses ante presiones externas y discursos intimidatorios. Así, se observa una creciente disposición de algunos gobiernos para confrontar actitudes que antes se consideraban inalterables, evidenciando la consolidación de una nueva dinámica mundial.
No obstante, lo anterior, según Gramsci “el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Estamos viviendo la época de monstruos: ¡Causa espanto!
