Fue difícil crear en 2010 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Ha sido difícil -casi imposible- integrar las aspiraciones, las necesidades y los pensamientos de un subcontinente de treinta y tres que, desde el resto del mundo, es visto tan homogéneo. El problema va más allá de no poder siquiera reunirse presencial o virtualmente. Quizás, solo los latinos o iberos, sabemos que este mestizaje con sus orígenes dispares no es fácil de superar, difícil como decía el maestro Marcos Carías Zapata alcanzar “la formación de un bloque considerable de supranacionalidades”.
Según parece, la Celac nació con malformaciones y predisposiciones “congénitas”. La carencia de auténticos procesos de integración en lo local y entre los países, se refleja en lo continental. Se trata de colocar nuestras aspiraciones y necesidades comunes (que abundan) y colocarlas muy por encima de cualquier chovinismo, o de resentimientos históricos (que deberían ir escaseando en la línea futura del tiempo). De tal manera que nos presentemos ante los bloques de países desarrollados y frente a las potencias -imperiales o no- precisamente, como un bloque sólido que sabe administrar el principio “universitario”, es decir, la unión de lo diverso, y tenerlo presente siempre. No debemos competir sobre quién se vende más barato o quien se entrega más rápido a lo hegemónico. Mientras, se ha ido concretando el crecimiento de otros bloques, como los BRICS, que en agosto de 2023 incorporaron a 6 nuevos países con categoría de miembros del bloque (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Etiopía, Egipto y Argentina, que al final, quedó fuera por decisión de Milei). Formando así, una especie de un BRICS+5. Luego, a partir de enero de 2025 se integraron otros nueve países en condición de “Estados socios” (Bielorussia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán). Otros, seguirán en lista de espera.
Previo a asumir Honduras la presidencia rotatoria de la Celac en enero de 2024, propusimos que la agenda se centrara en insertar a Celac dentro del G20, similar a lo hecho por la Unión Africana. Eso hubiese significado un avance duradero para todos mas allá de posturas polarizantes entre los gobiernos de condición transitoria. Los encargados debieron visualizar que la Celac necesitaba una agenda que fuese común a toda la región, proponiendo temas comunes a todos dentro del contexto global. No introducir temas que atizaran la división. Valga decir que la Unión Africana formalmente es el bloque a nivel de continentes con mayor cantidad de países (55), por delante de la OEA (la más antigua organización continental), de la propia Celac, de la Unión Europea, de la OCDE y de otros bloques o minibloques de países asiáticos. Concluida la presidencia temporal de Honduras, se habrá perdido otra oportunidad de fortalecer las acciones
conjuntas para resolver dificultades especialmente de los pueblos más rezagados. Los peligros externos nos golpearán estando separados, llegando incluso a la humillación sin respuesta. Juntos, difícilmente un régimen externo se atrevería a pisotearnos. Ninguna de las ideologías debe desconectarnos de la realidad.
