76 aniversario de fundación de China

China, hoy en día, es la segunda economía mundial, el mayor exportador y posee las mayores reservas de divisas del mundo

  • Actualizado: 25 de septiembre de 2025 a las 00:00

El campus de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) durante la década del setenta del siglo pasado se había convertido en espacio de confrontación entre los jóvenes estudiantes. La razón, la disputa entre China y la extinta Unión Soviética, disputa que se había trasladado a la mayoría de los países del planeta. Honduras no era una excepción. Aquella lucha, que pocos entendían, fue un factor clave −no el único− para el ascenso de la derecha en la dirección de la universidad.

Después vino la Doctrina de Seguridad Nacional, impuesta por Estados Unidos para dar respuesta a los movimientos insurreccionales en El Salvador y Nicaragua. Bajo esa doctrina, “el mejor comunista es el comunista muerto”.

Los hondureños pagaron un elevado costo, más de 200 personas desaparecidas o asesinadas. Los represores no establecieron diferencias entre pro-chinos y pro-soviéticos. Todos entraron en el patíbulo de la muerte.

La Unión Soviética, como resultado de los errores de su dirección, se desintegró en 1991, con ello se puso punto final al régimen socialista iniciado en 1917. Mientras tanto, en China, ya desde 1978 se impulsaba un plan de reformas. Ese plan, de alguna manera era la continuación de la política de Mao Zedong, líder histórico de la lucha anticolonialista y fundador de la República Popular China el 1 de octubre de 1949. Mao había impulsado cambios importantes en la agricultura y en la industria con el fin, según lo previsto por la dirección del Partido Comunista, de dar el “gran salto” al comunismo.

En efecto, en 1978 empieza lo que se denominó “Reforma y Apertura”, marcando la transición de una economía socialista planificada a una economía mixta con una participación de la iniciativa privada en asuntos de mercado y una sólida intervención del Estado, ya sea como inversionista en áreas estratégicas o facilitando la participación de capitales nacionales y extranjeros, la finalidad era impulsar un “socialismo con características chinas”.

La dirección del partido empezó a unir algo que nunca debió separarse y es la relación de Estado y mercado, asunto que, para que tenga éxito, debe fortalecerse un Estado fuerte, un gobierno creíble, transparente y respetuoso del ordenamiento jurídico, capaz de influir para evitar los excesos que se dan en una economía capitalista. En esto está el aporte histórico de la revolución china al mundo.

China, hoy en día, es la segunda economía mundial, el mayor exportador y posee las mayores reservas de divisas del mundo. La nación asiática ha sacado de la pobreza a unos 800 millones de personas y muestra estándares socioeconómicos elevados en educación, salud y en temas de seguridad. Con una política exterior respetuosa de los convenios internacionales y la soberanía de los pueblos, es el país con el mayor número de representaciones diplomáticas en el mundo.

Para entender el desarrollo de China, hay que mencionar la frase atribuida a Deng Xiaoping, mentor de las reformas del gigante asiático: “No importa si un gato es negro o blanco, si caza ratones es buen gato”.

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