A más de una semana de celebradas las elecciones generales, Honduras continúa sin un presidente definido y con un ambiente nacional marcado por la incertidumbre. Con alrededor del 99% de las actas procesadas, el candidato Nasry Asfura mantiene una ventaja sobre Salvador Nasralla, en lo que ya se considera una de las contiendas más cerradas de la historia reciente del país.
La demora en la actualización de resultados ha alimentado especulaciones y dudas. El CNE ha enfrentado repetidos inconvenientes técnicos en la plataforma que difunde el escrutinio preliminar, lo que ha provocado interrupciones y retrasos que mantienen en tensión a la población.
Ante la falta de información continua, han surgido cuestionamientos sobre la transparencia del proceso, aunque el CNE insiste en que las fallas se deben exclusivamente a mantenimiento de los sistemas. A esta compleja situación se suma la cantidad de actas que están bajo revisión por inconsistencias. Este paquete pendiente, que representa un porcentaje significativo del total, podría alterar la ventaja actual y cambiar el resultado final.
Cada acta se ha vuelto crucial en un escenario donde la diferencia entre ambos candidatos es tan estrecha que cualquier variación numérica puede redefinir la contienda.
Los reclamos tampoco se han hecho esperar. Salvador Nasralla ha denunciado supuestos cambios en los datos del conteo digital y ha exigido que se verifiquen las actas provenientes de zonas donde asegura tener una ventaja más amplia.
Paralelamente, sectores del partido Libre han solicitado un recuento más exhaustivo, afirmando que las inconsistencias ameritan una revisión profunda. Desde el Partido Nacional, en cambio, se ha llamado a la calma y se defiende la validez del escrutinio, subrayando que la ventaja de Asfura se ha mantenido durante la mayor parte del conteo.
La nación espera una definición que, por ahora, sigue dependiendo de cada voto pendiente y de la capacidad del CNE para cerrar un escrutinio que se ha convertido en una prueba de resistencia institucional.