Home Alone

  • 05 de diciembre de 2025 a las 00:00

Por fin pasó lo que tanto nos tenía con el corazón apretado. Y no, no hablo de volver a quedar fuera del Mundial; eso ya es tradición de cada 4 años. Hablo de las elecciones, que contra todo pronóstico fueron tranquilas, sin disturbios y sin novela de domingo por la noche.

Todavía no hay un resultado final, pero ya sabemos cómo es esto: unos celebran, otros esperan... y hay uno que ni con las esferas del dragón hace remontada.

Felicidades a quienes salieron a votar; el esfuerzo cuenta, aunque el resultado nos recuerde lo que ya sabíamos pero preferíamos evitar: en Honduras, los que tienen poder no perdonan, y los que deberían recordar lo malo prefieren olvidarlo como si fuera una tarea de matemáticas.

Somos expertos en exigir cambios entre semana, pero el domingo regresamos obedientes a la vieja casa del bipartidismo, como si fuera la única dirección que conocemos.

Solo que en esta historia no hay dos ladrones tratando de entrar a la casa.

Aquí lo que hay son personas que dan la espalda, personas que se autosabotean, personas que olvidan. Desgraciadamente, en esta versión nadie va a gritar “¡KEVIN!” cuando nos demos cuenta de que ya no habrá vuelta atrás.

Y sí, tal vez parezca que estoy haciendo berrinche: berrinche porque siento que nos abandonaron; berrinche porque parece que seguimos actuando como si no hubiéramos aprendido nada; berrinche porque nos dejaron solos en esta casa enorme llamada país... sin un plan, sin una brújula y sin siquiera una trampa con microcarros para defendernos.-¿Cómo se siente con los resultados? -preguntó ella, con ese entusiasmo prestado que usan en televisión.

El hombre la miró, suspiró y contestó:-Mire, joven, uno vota esperando que el país avance, pero parece que aquí somos expertos en tropezarnos con la misma piedra... y después culpar a la piedra.

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