“Los Díaz del Valle somos una familia que ha trabajado durante generaciones en el servicio, la gastronomía de Honduras. Hemos estado presentes en la vida de muchas familias capitalinas a través de Torre de Control, un restaurante que nació hace más de 40 años como un sueño de mi padre, Miguel Díaz del Valle, y que se convirtió en un ícono de Tegucigalpa.
Más que un apellido, representamos un esfuerzo, valores y un compromiso con nuestra ciudad. El apellido Díaz del Valle significa trabajo, confianza y tradición.
Eso me motiva a honrar el legado de mi padre y de mi familia, pero también a aportar mi propio estilo, modernizando los negocios y acercándolos a nuevas generaciones, sin perder la esencia que siempre nos caracterizó.
Soy Héctor Augusto Díaz del Valle, un joven emprendedor, doctor en Química y Farmacia, con maestrías en administración y toxicología clínica, pero sobre todo alguien que cree en Dios, en Honduras y en su gente. Decidí seguir la tradición familiar porque crecí viéndola con admiración: vi a mi padre transformar un restaurante en un lugar de encuentro, vi a mi madre y mi familia servir con amor en su trabajo.
Hoy quiero continuar ese camino, aportando innovación, pero siempre con raíces hondureñas y un profundo sentido de servicio. Le ofrezco al público autenticidad y calidad.
En Torre de Control, cada plato tiene historia y sabor catracho, pero también buscamos sorprender con propuestas frescas, modernas y con toques internacionales.
A nivel personal, me esfuerzo por generar confianza, por dar un servicio cercano y transparente. Mi visión es que la gente se sienta parte de algo más grande: que cuando nos visiten, no solo coman bien, sino que vivan una experiencia que los haga sentir orgullosos de lo nuestro”.
Así se expresa Héctor, un joven empresario que heredó un restaurante que es patrimonio de Tegucigalpa. Conozco a la familia Díaz del Valle, gente trabajadora honesta, de lo mejor que hay en Tegucigalpa. Mis respetos para esta familia.