Por Kyle Buchanan/The New York Times
Venecia — Dwayne Johnson está acostumbrado a las grandes noches. Los estrenos glamurosos y las tormentas de aplausos son rutinarios para la superestrella de acción de 53 años.
Pero la noche del 1 de septiembre no se asemejó a nada que Johnson hubiera experimentado antes, porque “The Smashing Machine”, que tuvo su estreno en el Festival de Cine de Venecia, no se parece en nada a cualquier película que haya hecho.
Un drama sobre un peleador de artes marciales mixtas que batalla con las dudas y la adicción a las drogas, “The Smashing Machine” muestra que Johnson puede hacer mucho más que simplemente salir avante de explosiones. Durante el estreno, mientras el público le brindaba una ovación de pie, Johnson lloró de emoción.
En la fiesta posterior a la película, se mostró más sereno, pero no menos agradecido. Johnson me comentó que esta era sólo la segunda vez que asistía a un festival de cine importante, después de que “Las Horas Perdidas” recibió una paliza de la crítica en Cannes hace casi 20 años.
“Esta noche es un poco diferente”, dijo sonriendo. “Pero si deseas algo con tantas ganas, tienes que manifestarlo”.
Quizás no se haya adivinado que esto era algo que Johnson deseaba, porque durante mucho tiempo tampoco estuvo seguro de ello. Ese mismo día, en una conferencia de prensa para “The Smashing Machine”, Johnson confesó que había empezado a perder su camino en Hollywood. Tras las entregas recurrentes de las franquicias “Rápidos y Furiosos” y “Jumanji” y otras cintas de acción como “Black Adam” y “Alerta Roja”, se preguntaba si aún era capaz de hacer algo más.
“La verdad es que miré a mi alrededor hace unos años y empecé a pensar: ‘¿Estoy viviendo mi sueño o estoy viviendo los sueños de otros?’”, dijo.
Si Johnson estaba demasiado casado con su imagen pública de héroe de acción, “The Smashing Machine” ofrece una transición inteligente, explotando aspectos de su personaje de luchador al tiempo que abre la puerta a trabajo dramático más complejo.
Dirigida por Benny Safdie, la cinta es estelarizada por Johnson como Mark Kerr, un peleador de artes marciales mixtas que se hizo famoso en los inicios del Ultimate Fighting Championship, amante de decir, “un día sin dolor es como un día sin sol”. Se volvió adicto a los opioides para poder seguir en la jaula.
Johnson ha dejado claro que no se trata de un caso aislado: quiere seguir buscando papeles que lo pongan a prueba en lugar de limitarse a los que complacen al público.
Johnson dijo que, hasta “The Smashing Machine”, le había dado demasiado miedo aceptar un papel que le exigiera mostrarse tan crudamente en pantalla.
“Muchas veces, nos resulta más difícil —o al menos a mí— saber de qué eres capaz cuando te han encasillado”, dijo.
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