Taiwán: naturaleza, cultura y aventura en un destino sorprendente y poco conocido

Desde senderos en Taroko hasta la vibrante Taipei, conoce cómo la isla combina naturaleza, cultura y gastronomía en un viaje inolvidable lleno de contrastes

  • 15 de octubre de 2025 a las 19:23
Taiwán: naturaleza, cultura y aventura en un destino sorprendente y poco conocido

Por Christine Chung / The New York Times

Lo primero que noté al llegar al inicio de un sendero en el Parque Nacional Yushan, en Taiwán, fue a un saxofonista improvisando al lado de la carretera. Con los ojos cerrados, estaba inmerso en su música, rodeado de imponentes montañas y un frondoso bosque. Parecía estar expresando su alegría por estar en contacto con la naturaleza, que en Taiwán, descubrí, nunca está lejos.

Al entrar al parque, las tenues notas del sax se combinaron con el insistente murmullo de las chicharras y el susurro de las hojas. Recorriendo un tramo del histórico Sendero Walami, en un parque habitado desde hace mucho tiempo por grupos indígenas, mi pareja y yo vimos a pocas personas. Principalmente disfrutamos de vistas sensacionales de cascadas y valles fluviales, y estuvimos al pendiente de fauna como muntiacos y macacos de Formosa. Al cruzar un puente colgante que se mecía suavemente, el mundo parecía lejano.

El sendero ciclista costero a la playa de Qixingtan pasa por canteras de piedra y bajo frondosos árboles.

Era difícil creer que el punto de partida del sendero estuviera a un breve trayecto en taxi de una importante estación de tren en Hualien, la ciudad más grande en la escarpada costa este de Taiwán, con una población de 100 mil habitantes. No sabíamos mucho sobre Taiwán antes de nuestro viaje de una semana allí. Desconocía la magnitud y la accesibilidad de la riqueza natural de Taiwán.

Los turistas internacionales tienen un conocimiento bastante menor de Taiwán, dijo Michael McCreesh, cofundador de Origin Wild, una compañía de tours local. “El 70 por ciento del País está cubierto de bosques y montañas, pero la imagen de Taiwán en muchas mentes occidentales es la de un centro de manufactura industrial”.

En la costa este se pueden practicar actividades como senderismo, ciclismo, surf, buceo y barranquismo, y generalmente se pueden acceder en tren o auto. Empezamos en Taitung, una tranquila ciudad en la costa sureste, y viajamos en auto y tren durante una semana, terminando el viaje en Taipei, en el norte de la isla.

En la tranquila Yuli, nos sumergimos en las aguas calientes y sulfurosas de un manantial termal. Nos maravillamos con las carreteras que surcan las montañas del Parque Nacional de Taroko. Pedaleamos por lugares surrealistas, como los arrozales de Chishang, un pueblo rural en el valle entre las cordilleras Central y Costera. Los campos resplandecían de verde.

La mayoría de los visitantes de Taiwán proviene de otros países asiáticos. A diferencia de otros destinos asiáticos, como Vietnam, Japón, Singapur y Filipinas, que viven un auge turístico, Taiwán aún no se ha acercado al récord de 11.9 millones de visitantes que recibió en el 2019.

En el verano del 2019, China —la mayor fuente de turistas de Taiwán en aquel momento— redujo drásticamente el número de ciudadanos autorizados a visitar la isla; restricciones aún están vigentes, y los visitantes chinos el año pasado representaron sólo alrededor del 5 por ciento del total. Desde el 2022, cuando Taiwán abrió sus fronteras tras dos años y medio de pandemia, el crecimiento ha sido prometedor, con 3.5 millones de visitantes que llegaron entre enero y mayo de este año, un aumento de casi el 11 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. Muchos son estadounidenses; Estados Unidos es la mayor fuente de visitantes de Taiwán fuera de Asia. Varias aerolíneas taiwanesas están introduciendo rutas que conectan a Taipei con más ciudades de Estados Unidos.

Además del desafío constante de las crecientes tensiones con Beijing, Taiwán es propenso a terremotos y tifones. Un terremoto mortal que azotó el País en abril del 2024 provocó el cierre de importantes atracciones de la costa este y continúa limitando el turismo en la zona. El mes pasado, un tifón provocó fuertes lluvias e inundaciones en el condado de Hualien, causando la muerte de al menos 18 personas tras el desbordamiento de un lago cerca de la localidad rural de Guangfu.

En el Parque Nacional de Taroko —famoso por su cañón excavado por el río y sus desafiantes senderos— el terremoto provocó deslizamientos de tierra y rocas. Aunque el parque está reabriendo gradualmente, la mayoría de los senderos permanecen cerrados.

Varios operadores turísticos en Taiwán afirman que aún no recomiendan Taroko. Sin ese parque, los clientes están menos interesados en visitar la zona de Hualien, dijo Core Liu, consultora turístico en Topology Travel.

Mi pareja y yo decidimos ver lo posible alojándonos una noche en Silks Place Taroko, un elegante hotel en el parque que reabrió en enero. Dentro del parque, había claros indicios de daños. Rocas caídas y escombro se amontonaban al costado de la carretera principal. Un río junto al hotel, famoso por ser azul cristalino, fluía gris por los sedimentos y los escombros.

Aun así, el entorno agreste del hotel era extraordinario. Sumergirse en la piscina de la azotea, rodeada de imponentes acantilados de mármol estratificado y cubiertos de árboles, era como flotar en el cielo. El buffet, que hacía alarde de hortalizas locales, fue una delicia. Sin embargo, la ocupación ha sido baja, rondando el 24 por ciento este año, contra más del 60 por ciento antes de la pandemia.

Depender exclusivamente de taxis y trenes sí limitó nuestros destinos, y descubrimos que los pueblos y ciudades en los que paramos, como Ji’an, Taitung y Yuli, no eran fáciles de recorrer a pie. Elegimos hoteles, como el Antong Hot Spring Hotel en Yuli, por su encanto y no por su conveniencia. Pero tomar el tren regional fue tranquilo, con hermosas vistas de arrozales simétricos y colinas envueltas en nubes.

En Hualien, recorrimos en bicicleta un sendero costero hasta la playa de Qixingtan, serpenteando entre canteras de piedra y bajo frondosos árboles. Nos topamos con una cafetería con un menú variado, que servía lattes con leche de cabra, pan recién horneado y schweinshaxe, un platillo alemán de chamarro de cerdo. El sendero terminaba en el pueblo pesquero de Dahan. Nos sentamos en una playa rocosa y desierta, contemplando el azul cerúleo del océano Pacífico.

Dos horas y media en tren después estábamos a Taipei bebiendo cocteles en el opulento bar del vestíbulo del Hotel Capella, inaugurado en abril en el distrito de Songshan. Luego nos dirigimos a un restaurante de dim sum de manteles blancos. Terminamos en el barrio de Da’an, con numerosos bares de renombre. Era fácil moverse con el metro de Taipei.

Los expertos en viajes que viven en Taiwán destacan que esta variedad es lo que distingue a la isla como destino.

“Puedes disfrutar de la montaña, el mar e incluso de la vida urbana, quizás en un solo día”, dijo Liu, añadiendo que la mercadotecnia de Taiwán muestra las mismas pocas cosas: fideos con carne y albóndigas en caldo.

© 2025 The New York Times Company

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Infórmate sobre las noticias más destacadas de Honduras y el mundo.
Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias