Por Matt Kaplan / The New York Times
¿Existen realmente siete continentes?
Cualquiera que tenga un mapa puede ver que Asia y Europa, a menudo llamada Eurasia, están conectadas. La división es bastante arbitraria y está más definida culturalmente que científicamente.
¿Qué pasa con América del Norte y Asia?
Están conectados por la plataforma del mar de Bering, una vez tierra seca atravesada por humanos e inundada en el pasado geológicamente reciente. Técnicamente hablando, eso hace que Asia, América del Norte y Europa sean un solo continente.
Realmente existen dos tipos de continentes: los reconocidos por las culturas de todo el mundo y los reconocidos por los geólogos. Y la investigación geológica de los últimos años ha hecho que definir los límites continentales sea menos simple de lo que podría haber parecido antes, a medida que los investigadores encuentran evidencia de material continental inesperado.
“Esto genera mucho interés porque tiene implicaciones importantes para nuestra comprensión de los mecanismos de separación de continentes, formación de océanos y tectónica de placas”, afirmó Valentin Rime, geólogo en la Universidad de Friburgo, en Suiza.
Geológicamente hablando, para ser un continente, necesita tener cuatro cosas:
- Una gran elevación relativa al fondo del océano.
- Una amplia gama de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias ricas en sílice.
- Una corteza más gruesa que la corteza oceánica circundante.
- Límites bien definidos alrededor de un área suficientemente grande.
Los primeros tres requisitos se encuentran en casi todos los libros de texto de geología. Pero no ocurre lo mismo con el cuarto.
“Cualquier cosa lo suficientemente grande como para cambiar el mapa del mundo es importante”, dijo Nick Mortimer, geólogo en el instituto de investigación GNS Science, propiedad del Gobierno de Nueva Zelanda.
Esto crea problemas a la hora de contar los continentes.
Consideremos Islandia, asentada sobre una grieta donde la actividad volcánica separa lentamente las placas tectónicas sobre las que descansan América del Norte y Europa. La mayor parte de la cresta se encuentra a gran profundidad en el océano. Pero en Islandia se encuentra por encima del nivel del mar.
Otro enigma es que los volcanes allí a menudo escupen lava hecha de corteza continental fundida. Por lo tanto, algunos geólogos sospechan que Islandia no es una isla solitaria en el mar, sino que en realidad es parte de un continente (aunque decidir cuál también puede resultar complicado).
Luego está Nueva Zelanda.
Si bien se considera ampliamente que Australia es un continente, la noción de que Nueva Zelanda es parte de su propio continente, Zelandia, es un argumento más nuevo. Núcleos de perforación, muestras de dragado del fondo marino y rocas muestran que la masa gigante sobre la que se asienta Nueva Zelanda está compuesta de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias ricas en sílice.
Aunque pocos piensan en Zelandia como un continente en términos culturales, “cada vez más se le reconoce como un continente geológico”, dijo Mortimer.
Pero no todos coinciden y señalan a ese entrometido cuarto criterio. Ya que la corteza de Zelanda no es tan gruesa como la de otros continentes, los límites entre Zelandia y el océano son más difíciles de discernir.
Los geólogos aún están discutiendo qué significan estos descubrimientos para el número de continentes. “Básicamente, solo hay dos continentes principales”, dijo Rime. “La Antártida y todo lo demás, ya que América del Sur está conectada a América del Norte vía Panamá, América del Norte está conectada a Asia vía el Estrecho de Bering y Asia está conectada a Europa, África y Australia vía los Urales, el Sinaí e Indonesia, respectivamente”.
Mortimer discrepa.
Sin embargo, culturalmente estos argumentos no cambian nada acerca de la percepción de que hay siete continentes.
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