Okinawa, atrapada entre EE UU y Japón: historia, protestas y división

Okinawa sigue dividida por la presencia militar de EE UU: algunos la ven como seguridad y empleo, mientras que otros la rechazan como una ocupación histórica

  • 14 de marzo de 2025 a las 21:19
Okinawa, atrapada entre EE UU y Japón: historia, protestas y división

Por: Martin Facklery Kiuko Notoya/ The New York Times

Keiko Itokazu recuerda el día en 1965 cuando el paracaídas no se abrió. Estaba atado a un remolque que fue lanzado desde un avión cerca de su casa aquí. El objeto en caída libre golpeó una casa cercana, matando a una colegiala.

Hasta entonces, Itokazu nunca había pensado mucho en la enorme presencia militar en esta isla, que en ese entonces estaba bajo control de Estados Unidos. Los estadounidenses habían estado allí desde que EU arrebató Okinawa a Japón después de la Segunda Guerra Mundial.

Pero Itokazu conocía a la niña que murió y desde entonces se ha opuesto a las bases estadounidenses, que permanecieron aún después de que Okinawa fue devuelta al Gobierno japonés en 1972. Ahora de 77 años, Itokazu se unió recientemente a las protestas en el sitio de un nuevo campo aéreo de los Marines de EU.

Los okinawenses tienen mucho tiempo de sentirse atrapados entre EU y Japón, que envió tropas para reclamar la cadena de islas de Okinawa en la década de 1870. Antes de eso, Okinawa era conocida como el Reino de las Ryukyu, un país independiente que pagaba tributo a la China Imperial y a Satsuma, un dominio del Japón medieval.

Los isleños se han quejado de ser ciudadanos de segunda clase. Esto incluye la época de la guerra, cuando Japón utilizó Okinawa para impedir que los estadounidenses llegaran a sus islas principales. Pero la relación ha cambiado recientemente, impulsada en parte por el resurgimiento de una tercera potencia: China.

“Aún siento rabia por cómo EU y Japón utilizan a Okinawa”, dice Keiko Itokazu, de 77 años. (Chang W. Lee/The New York Times)

Los isleños más jóvenes tienden a ver las bases como una fuente de empleo en una isla donde los salarios por hora son los más bajos de Japón. Maria Badilla, como muchos residentes, no nació en la isla. Originaria de Kioto, se mudó a Okinawa hace tres años. Encontró trabajo en una base estadounidense y conoció a Pedro Badilla, de 23 años, sargento de la Infantería de Marina de Estados Unidos, con quien se casó el año pasado. Dijo que la gente ve las bases como una oportunidad económica y una medida de seguridad en un mundo inseguro.

Pero Kazuo Senaga, de 64 años, creció viendo a su abuelo, un político local, pedir la devolución de Okinawa a Japón con la esperanza de que esto llevara a la salida del Ejército estadounidense. En cambio, después de 1972, Tokio cerró algunas bases de EU, pero permitió que los estadounidenses permanecieran en Okinawa. Tras la muerte de su abuelo en el 2001, Senaga lo sustituyó como líder del movimiento contra las bases militares.

Okinawa, con una población de 1.5 millones de habitantes, alberga el 70 por ciento de las bases militares de EU en Japón, pese a representar sólo el 0.6 por ciento de su territorio. Hay 80 mil estadounidenses en la isla; 30 mil son militares uniformados.

Nacida en 1940, Suzuyo Takazato recuerda cómo el Ejército imperial japonés utilizó a los okinawenses como escudos humanos contra la embestida estadounidense. Afirmó que mientras Okinawa estuviera ocupada, estaría atrapada bajo “un edificio de violencia”.

© 2025 The New York Times Company

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