Por Alyson Kruger/ The New York Times
Después del trabajo o los fines de semana, grupos de amigos se reúnen en largas mesas en los cuatro locales de Clinton Hall en Nueva York para ver deportes, comer hamburguesas y acompañarlas con cualquiera de las 20 cervezas de barril que se ofrecen en rotación. En medio de todo el revuelo, es difícil darse cuenta de que una cuarta parte de esos comensales comen y beben versiones en miniatura de esos platillos.
En abril, Clinton Hall presentó su “micro mini menú”. Por 8 dólares, los comensales disfrutan de una hamburguesita y papas a la francesa, acompañadas de una cerveza, margarita o vino miniatura. Con una carne de 57 gramos, 43 gramos de papas a la francesa y una bebida de 148 mililitros, es un menú infantil para mayores de 21 años.
Aristotle Hatzigeorgiou, el propietario, presentó este especial después de ver cuántas personas tomaban GLP-1, un tipo de medicamento usado para bajar de peso porque suprime el apetito. “Siempre estoy con alguien que toma Ozempic, Mounjaro, algo así”, dijo. “Comen uno o dos bocados y un par de tragos, y ya”.
Le disgustaba el desperdicio de comida y le preocupaba que los comensales se cansaran de pagar por comida que se quedaba.
Algunos restaurantes, desde cadenas de comida rápida hasta restaurantes de alta cocina, intentan saciar el apetito fluctuante ofreciendo platillos y ofertas diseñadas para atraer a los usuarios de GLP-1.
Entre el 8 y el 10 por ciento de los estadounidenses hoy toma GLP-1, y entre el 30 y el 35 por ciento ha expresado interés en tomarlos, de acuerdo con un reporte de octubre del 2024 publicado por la consultora PricewaterhouseCoopers. En abril, una encuesta de Bloomberg Intelligence reveló que más del 50 por ciento de los usuarios cenaba fuera con menos frecuencia desde que comenzaron a tomar los medicamentos.
Gary Wallach, socio administrativo de Renwick Hospitality Group en Nueva York, cree que se ha vuelto tan común que los comensales busquen menús compatibles con GLP-1 como que busquen opciones vegetarianas. Como resultado, añadió opciones tamaño bocado a todos los restaurantes de su grupo. En Lulla, un restaurante italiano, hay una caja para la hora del aperitivo que ofrece nueve bocadillos para hasta cuatro personas por 28 dólares.
Algunos negocios anuncian los menús para usuarios de GLP-1 por nombre. En octubre, Smoothie King estrenó en su app un menú de cinco productos compatibles con GLP-1, rico en proteínas y fibra y bajo en azúcar. En marzo, comenzó a mostrar el menú en sus tiendas.
Maria Rising, creadora de contenido de Michigan, se sorprendió al visitar un Smoothie King y ver la variedad.
La experiencia fue “fuente de validación”, comentó Rising, de 31 años, quien lleva un año y medio tomando un GLP-1.
Otros restaurantes son más discretos. Otto’s, un restaurante francés en Londres conocido por sus abundantes festines de canard à la presse, soufflé de langosta y crêpes suzette, presentó en mayo un “menú individual, con poco apetito”. El menú de degustación, que cuesta 240 libras (unos 325 dólares) por persona, incluye callo de hacha, foie gras sellado, langosta escocesa, suprema de pollo Bresse y helado de coco.
Otto’s atiende sólo a unos 40 comensales por noche, y su propietario, Otto Tepasse, comentó que vende aproximadamente seis minimenús a la semana.
“No tienen que sentirse incómodos cuando están aquí, y eso es absolutamente ideal”.
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