Por Christine Chung / The New York Times
Laos, un lugar que parece congelado en el tiempo, está al umbral del cambio.
Los mochileros encontraron el País hace décadas, atraídos por hermosas montañas de piedra caliza, elaborados templos budistas y un ritmo de vida pausado y económico. Sólo los viajeros más intrépidos los siguieron, ya que Laos, el único país sin salida al mar del sudeste asiático, operaba pocos vuelos y las carreteras llenas de baches y sin pavimentar eran la norma. Quienes lo visitaban canjeaban alojamiento sencillo y recorridos accidentados de horas de duración por aventuras, y casi siempre agregaban a Laos en itinerarios multinacionales que incluían Tailandia, Malasia y Vietnam, cada uno de los cuales atrae al menos tres veces el número de visitantes que Laos.
Laos quiere cambiar eso. Aunque los vuelos siguen siendo limitados, la infraestructura para visitantes del País se ha fortalecido en los últimos años con nuevos hoteles, mejores carreteras y un nuevo sistema de trenes que alcanzan una velocidad de hasta 160 kilómetros por hora y conecta algunos de los destinos turísticos más populares. El Gobierno designó el 2024 como un año nacional del turismo, ampliando las exenciones de visa, mejorando la capacitación de los guías turísticos y celebrando docenas de fastuosos festivales.
Sin embargo, la industria turística del País se cimbró en noviembre, cuando al menos seis jóvenes turistas enfermaron en la ciudad de Vang Vieng y luego murieron. Las autoridades sospechan que la causa fue alcohol contaminado con metanol. Al menos ocho trabajadores del hostal fueron arrestados en relación con las muertes, reportó la prensa local.
Visité Vang Vieng en julio, cuando mi pareja, Eli, y yo emprendimos un viaje de una semana en Laos.
Laos ha estado tratando de recuperar las cifras récord de turismo que alcanzó en el 2019, cuando lo visitaron 4.8 millones de extranjeros. El Gobierno de Laos dice que lo consiguió el año pasado, con más de 5 millones de turistas. El ferrocarril Lao-China, que va desde Vientián, la capital de Laos, hasta Kunming, en el sur de China, es clave para este impulso.
El proyecto de 6 mil millones de dólares es financiado por China como parte de su iniciativa de la Franja y la Ruta. El ferrocarril se inauguró a finales del 2021 para viajes dentro de Laos, y el servicio ferroviario entre Laos y China inició en el 2023.
El tren de semialta velocidad te llevará a ciudades y pueblos con paisajes dramáticamente diferentes en sólo una hora o dos, reemplazando los recorridos en auto o autobús que antes tomaban todo el día. El tren ofrece viajes sin complicación a Vientián, la parte más industrial de Laos, donde coexisten centros comerciales y templos; a Luang Prabang, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO con docenas de elaborados templos budistas y elegantes villas coloniales francesas; y a Vang Vieng, un lugar de moda para aventuras al aire libre donde los turistas exploran escarpadas montañas de piedra caliza, cuevas y lagunas, y bailan hasta la madrugada en estridentes bares.
Cheryl Lau, una jubilada de Honolulú de 68 años, se encontraba en la estación de tren de Vang Vieng, camino a Luang Prabang. Aunque viaja con frecuencia a Japón, inicialmente sintió a Laos fuera de su zona de confort.
“No fue una decisión fácil”, dijo Lau. “Viajo sola y soy mayor. No creo que lo hubiera hecho sin el tren. Me la estoy pasando de maravilla”.
Además del tren, nuevas carreteras han comenzado a reemplazar caminos otrora accidentados y llenos de baches. En las zonas más transitadas abundan los operadores turísticos y los servicios, e incluso en los lugares más tranquilos se están construyendo numerosos hoteles.
En el 2024, importantes marcas hoteleras, como Doubletree by Hilton, Eastin y Holiday Inn, abrieron ubicaciones en Vientián —un voto de confianza en la creciente demanda turística del País. Alojamiento cómodo en todo Laos cuesta generalmente menos de 100 dólares.
La mayoría de los viajeros que encontré durante mi visita no sólo visitaban Laos. Por ejemplo, Lau también visitaría Tailandia. Es probable que este fenómeno se deba en parte a la reputación menos conocida del País y al hecho de que los viajeros internacionales de fuera de la región deben primero hacer escala en aeropuertos de ciudades como Bangkok y Hanoi.
Y esos vuelos a Laos son limitados. En el 2024 hubo menos de 1.8 millones de asientos aéreos con destino a Laos, la mayoría de ellos ofrecidos por aerolíneas chinas y tailandesas, reporta Cirium, una empresa de datos de aviación. En comparación, hubo más de 46 millones de asientos disponibles a Tailandia.
Thieng Soudakone, de 45 años, es propietario del Hive Bar, un lugar muy querido por los turistas en la zona rural de Nong Khiaw. Dijo que le daba la bienvenida al tren, pero añadió que Nong Khiaw difería de otros lugares turísticos —y esperaba que siguiera siendo así.
“Todavía tenemos más naturaleza y es un lugar tranquilo y pacífico”, dijo Soudakone. “Aquí todavía no hay grandes hoteles ni hostales, ni tráfico. Los turistas aquí prefieren un camino lleno de baches como este. No necesitan prosperidad ni civilización en sus vacaciones. Pasan sus vidas más cerca de los lugareños”.
Es este sentimiento el que atrajo a Nabiel Nasran, un camarero de Singapur, de regreso a Laos después de su primera visita hace seis años. Nasran, de 27 años, dijo que Laos se sentía más socorrido esta vez, pero que el País todavía tenía una atmósfera innegablemente pacífica y remota.
“Me encanta la vida tranquila aquí”, dijo.
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