Hsieh en Dia Beacon: una jaula, un año, arte que redefine la vida

Casi 50 años después, Hsieh guía a un periodista por la jaula reconstruida en el sótano de Dia Beacon, pieza central de su esperada retrospectiva

  • 14 de octubre de 2025 a las 20:50
Hsieh en Dia Beacon: una jaula, un año, arte que redefine la vida

Por Julia Halperin / The New York Times

BEACON, Nueva York — “Este es mi hogar”, proclamó con orgullo el artista Tehching Hsieh. Estaba sentado en el borde de un colchón descolorido dentro de una jaula de 2.70 x 3.50 metros. Ocupó este diminuto espacio del 30 de septiembre de 1978 al 30 de septiembre de 1979, como parte de un performance que se ha convertido en leyenda. No habló, leyó, escribió, escuchó la radio ni salió del recinto durante un año.

Casi 50 años después, Hsieh ofreció alegremente a un periodista un recorrido por la jaula, que estaba reconstruyendo en el sótano de Dia Beacon, un museo en el Valle del Hudson de Nueva York. Es la pieza central de su primera retrospectiva, inaugurada este mes.

Hsieh, ahora de 74 años, dejó de crear arte en el 2000. Pasó la siguiente década pensando en cómo presentar al mundo su obra radical, exigente y aún poco comprendida. Le llevó 15 años más encontrar un hogar para la retrospectiva.

El artista del performance Tehching Hsieh registró el año que vivió en una jaula grabando una marca en la pared cada día.

Dentro de la jaula, iluminada por un solo foco, hay un lavabo, un espejo y la misma barra de jabón y el mismo tubo de pasta de dientes que usó durante su año de aislamiento. (Insiste en que nunca se le acabaron). Un amigo, el artista Cheng Wei Kuong, le llevaba la comida y retiraba sus desechos a través de los barrotes todos los días.

Dos meses después, harto de comer solo brócoli chino con carne y arroz, tiró la comida al suelo para expresar su descontento.

En la pared trasera de la jaula hay marcas que Hsieh grabó con un cortaúñas para registrar cada día que pasaba. Las líneas se vuelven cada vez más nítidas —prueba, insiste, de que su pensamiento se aclaró con el tiempo.

Hsieh ha dicho que esta obra, “Performance de un Año 1978-1979 (Pieza de Jaula)”, muestra cómo las personas pueden experimentar la libertad psicológica incluso frente a intensas limitaciones físicas. Todos los días, Hsieh, que entonces tenía 28 años, salía a pasear “afuera” —el espacio vacío alrededor de la cama— antes de volver a “casa”, al colchón. En el sótano del Dia, sonrió mientras daba vueltas por el interior de la jaula. “Esta es una esquina de una calle”, dijo desde el extremo de la jaula.

El artista taiwanés-estadounidense adoptó condiciones de vida sencillas, pero extremas, en una serie de extenuantes performances de un año de duración que a algunos les costaría catalogar como arte. No requerían público y él no interpretaba ningún papel. En cambio, sus herramientas artísticas eran las reglas que él mismo se imponía, y su medio era su propia vida. “Es auténticamente el maestro”, afirmó la artista de performance Marina Abramovic.

Hsieh prefiere describir sus performances como “obras de vida” en lugar de “obras de arte”. En “Performance de Un Año 1980-1981 (Pieza de Reloj Checador)”, Hsieh marcó su tarjeta de asistencia cada hora en punto, incluso de noche. A esto le siguieron “Performance de Un Año 1981-1982 (Pieza en Exteriores)”, donde vivió una vida nómada completamente al aire libre en la Ciudad de Nueva York, y “Performance de Un Año Arte/Vida 1983-1984 (Pieza de Cuerda)”, donde pasó el año atado a Linda Montano, una artista a la que apenas conocía, con una cuerda de 2.40 metros.

Finalmente, estuvo “Performance de Un Año 1985-1986 (Pieza Cero Arte)”, donde se negó a mirar, pensar, hablar o crear arte.

El Dia presentará objetos de las cinco performances juntas por primera vez. El historiador de arte Adrian Heathfield, un curador de la exposición, las describe como “casos de prueba de condiciones elementales”. En cada obra, Hsieh lleva su cuerpo y su mente al límite, dijo Heathfield.

Hsieh no ha creado arte en el siglo 21. En lugar de ello, dedicó una década a desarrollar el concepto de su retrospectiva y a reunir su archivo.

El reto para Hsieh, y para el Dia, es cómo comunicar al público las “obras vitales” del artista —acciones literales que perduran como conceptos. Y puede parecer contradictorio que Hsieh ahora se esté haciendo visible de nuevo.

Los visitantes encontrarán fotografías que se tomó Hsieh en la jaula todos los días, con su cabello rapado creciendo a lo largo del año. Están las 366 tarjetas que perforó para “Pieza de Reloj Checador” y los mapas con apuntes de su recorrido por Nueva York para “Pieza en Exteriores”.

Una de las últimas obras de la exposición, “Pieza de Cuerda”, nunca antes se había exhibido en un museo. Es la única obra que Hsieh realizó en colaboración con otro artista.

Para Hsieh, cada día, por extremas o mundanas que sean nuestras vidas, compartimos las mismas 24 horas; cada año, los mismos 365 días. Su obra simplemente nos hace conscientes del contenedor compartido.

Al preguntarle qué quiere de este último “tiempo de vida”, respondió, “Gastar el tiempo restante”.

© 2025 The New York Times Company ​​​​​​​

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