Por Alexandra Stevenson y Tung Ngo / The New York Times
CIUDAD HO CHI MINH, Vietnam — China es la fábrica mundial de autos, juguetes y computadoras. Pero no de tenis. Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam le está arrebatando ese título a China.
Las fábricas que rodean la Ciudad producen suelas de espuma, plantillas blandas, cintas de algodón y tela de malla. Camiones transportan las piezas a bodegas para ser ensambladas en tenis. Luego, en puertos cercanos, contenedores son llenados con cajas para Nike, Adidas, Saucony y Brooks Sports y enviados río abajo por el río Dong Nai al mar.
Para el mundo empresarial, abandonar China es difícil en vista de su potencia fabril y su control de materias primas. Pero la industria de los tenis está demostrando cómo es posible. Las grandes marcas aún tienen enormes fábricas en China que ahora producen principalmente calzado que se vende en China. Pero Vietnam ha superado a China como el principal proveedor de tenis vendidos al mundo por Nike, Adidas, Brooks y otras marcas.
La incertidumbre generada por los aranceles del Presidente Donald J. Trump está obligando un ajuste de cuenta en la industria. Nike dijo que los aranceles globales llevarían a alrededor de mil millones de dólares en costos adicionales este año. Para mitigar el impacto, está reduciendo aún más la producción en China, donde los aranceles ahora son más altos que en Vietnam. Sin embargo, algunas empresas preocupadas por la excesiva dependencia de un solo país también debaten la posibilidad de trasladar su producción fuera de Vietnam.
En la década de 1970, marcas como Nike recurrieron a fábricas en Corea del Sur y Taiwán para expandirse a medida que la cultura de los tenis se afianzaba en Estados Unidos. Las fábricas del este de Asia podían fabricar tenis barato, rápido y a gran escala.
China abrió su economía a las empresas extranjeras en la década de 1980, conllevando el acceso a cientos de miles de trabajadores. De repente, China era más barata y atractiva. Las empresas surcoreanas y taiwanesas que trabajaban para marcas globales de tenis trasladaron rápidamente gran parte de su producción a China.
Pero Vietnam silenciosamente estaba efectuando sus propios cambios disruptivos a una economía controlada por los comunistas, y para principios de la década del 2000, el País estaba en el radar de todos.
“Fue como la apertura de China”, dijo Tony Le, un ejecutivo estadounidense de tenis que se mudó a Ciudad Ho Chi Minh de Portland, Oregón, con Brooks en el 2019. “Fue como la apertura de Vietnam”.
Para la primera presidencia de Trump en el 2017, las fábricas en Vietnam producían en masa tenis para correr, incluso mientras las marcas profundizaban su presencia en China para el mercado de consumo local.
En gran medida, las empresas de tenis seguían dependiendo de China para obtener materias primas y componentes como hule y plantillas. Pero en el 2020, China cerró sus fronteras cerca del inicio del brote de Covid-19. Los líderes empresariales con fábricas que fueron cerradas se dieron cuenta de lo dependientes que eran de China y comenzaron a trasladar recursos a Vietnam.
Antes de coser y pegar un tenis, necesita una horma —un molde con forma de pie que se utiliza para moldear el zapato. Jones & Vining, una empresa con sede en Massachusetts que lleva 90 años fabricando hormas, siguió a clientes como Nike y Adidas a Vietnam en el 2011. Hoy cuenta con 500 trabajadores en el País y fabrica 500 mil hormas al año, así como 20 millones de pares de plantillas y 120 millones de pares de suelas interiores. Alrededor del 70 por ciento de lo que produce la fábrica se suministra a otras fábricas de calzado cercanas.
En una fábrica de Jones & Vining, a una hora en auto de Ciudad Ho Chi Minh, los trabajadores llenan moldes metálicos con un líquido caliente, viscoso y de colores brillantes para fabricar plantillas y suelas interiores de espuma.
A pesar del desarrollo de la cadena de suministro vietnamita, algunos materiales aún proceden de China. Pero, en general, la producción de calzado en Vietnam tiene “muy poca dependencia de China”, dijo Jim Salzano, director ejecutivo de Jones & Vining.
Al lado de la carretera que conecta las fábricas de calzado de Vietnam con Ciudad Ho Chi Minh y sus puertos, Pham Kieu Diem, de 47 años, vendía recientemente pasteles de arroz glutinoso. Recordó cuando los arrozales rodeaban toda la zona.
Pero en julio de 1995, se construyó una fábrica conocida como Viet Vinh sobre unos antiguos arrozales. Diem dijo que fue una de las primeras personas en trabajar allí.
“Con el dinero que ganamos mis dos hermanas y yo, ahorramos y compramos un terreno”, dijo Diem. “Construimos una casa allí, así que nos ayudó con nuestros ingresos y nos cambió la vida para bien”.
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