Por Jon Caramanica / The New York Times
En lo que a supergrupos de K-pop se refiere, Blackpink fue —¿o sigue siendo?— una supernova. A fines de la década del 2010, lanzó una serie de EPs y sencillos que enfatizaban el maximalismo y el caos. Sus canciones eran descomunales, combativas y escandalosas —una especie de réplica a algunos de los delicados grupos femeninos que lo precedieron, y algo así como una burla sobre cuánto caos podía contener un éxito pop.
Blackpink también era totalmente moderno: aunque funcionalmente dividido entre sus vocalistas reales, Rosé y Jisoo, y sus raperas, Lisa y Jennie, había una versatilidad vocal sorprendente entre todas las integrantes del grupo.
Sin embargo, tras unos años, la magnitud del sonido y el éxito de Blackpink amenazaban con derribar el imperio.
Así que hubo una pausa, si bien breve, que ha concluido en el lanzamiento de proyectos solistas de las cuatro, previo a una gira de reunión que arranca en julio. Los álbumes deberían ser una oportunidad para mostrar lo que cada una hace mejor. No obstante, cuentan una historia sobre las ambiciones de las disqueras más que sobre las ambiciones de cada integrante.
Lisa y Jennie, las principales responsables de la actitud característica de Blackpink, se enfrentan a presiones similares en sus nuevos álbumes, que hacen recordar el sonido que catapultó al grupo al tiempo que tratan de forjar un nuevo camino.
La razón de ser de “Alter Ego” de Lisa es la grandilocuencia —aquí es donde más se asemeja a los primeros grandes éxitos de Blackpink. Casi al inicio del álbum, “Rockstar”, “Elastigirl” y “Thunder” llegan con una sutileza demoledora. Caóticas y atrevidas, inspiran nostalgia por una época no tan lejana. “New Woman”, un dueto con la estrella española Rosalía, tiene una fortaleza inesperada —la voz ronca de Rosalía y la timidez de Lisa son una buena combinación.
Tanto “Alter Ego” como el álbum de Jennie, “Ruby”, presentan a sus creadoras no como las innovadoras que fueron en los inicios de Blackpink, sino como piezas flexibles de la maquinaria pop global. “Ruby” también tiene una gran cantidad de talento extranjero —Dua Lipa aparece en un dueto apático, “Handlebars”, y Doechii supera a Jennie al rapear en “ExtraL”.
Jennie también halla la manera de evocar sus orígenes en el grupo —”Like Jennie” es un frenético tema, producido en parte por Diplo, que futuriza el sonido Blackpink.
Todas estas afiliaciones son señal de un alto presupuesto. Cada integrante está firmada con un sello diferente —Rosé con Atlantic, Jennie con Columbia, Jisoo con Warner y Lisa con RCA.
El álbum “Rosie” de Rosé incluye el éxito pop revelación “APT.”, un dueto desenfadado con Bruno Mars. En general, Rosé y Jisoo parecen estar en una especie de retirada de la sombra de Blackpink. En vez de ello, Rosé enfatiza su potente voz, lo que apunta a un talento que se traduce dentro y fuera del grupo, y su álbum es el mejor y el más consistente.
“Amortage” de Jisoo es el más ligero de los cuatro lanzamientos —un EP en vez de un álbum completo. Consta de cuatro canciones. La más efectiva es “Your Love”, que tiene el éxtasis de la época dorada de Katy Perry, al fusionar dulzura con ambición y brillo.
Como grupo, Blackpink echó mano del tamaño como arma, pero cuando ese escudo se viene abajo, las integrantes están en proceso de decidir si buscan nuevas estructuras a las que adherirse o si realmente se mantienen solas.
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