Tegucigalpa, Honduras.- Taiwán, un territorio insular de Asia Oriental conocido oficialmente como la República de China, ubicado a más de 15,450 kilómetros de su cálido hogar en Tegucigalpa, Honduras. Ese fue el punto de escala de Aixa Nicol Contreras Rodríguez, una hondureña de 23 años que decidió apostarle a sus sueños, aun lejos de su familia.
El tiempo ahora es poco y las cosas por hacer se acumularon en la última semana de visita en la tierra que la vio nacer, pues ahora Taiwán la espera para culminar lo que hace unos tres años comenzó.
Minutos previos a iniciar una entrevista con Diario EL HERALDO, Contreras preparaba sus maletas y su agenda antes de salir a Santa Rosa de Copán, uno de sus últimos viajes antes de romper vuelo de retorno a Taiwán. "Me voy disfrutando de lo que me queda. Siento que aún no hice ni la mitad de cosas que quería hacer", dijo entre risas.
Antes de que Honduras oficializara la ruptura de las relaciones que mantenía con Taiwán, Aixa aplicó para una beca MOFA. Un historial de solicitudes rechazas le empujaron las puertas que ahora le permiten estabilizarse en tierras orientales.
Estudió su primaria en la Escuela 11 de Junio, su secundaria en el Instituto Técnico Nueva Suyapa, pero concluyó su carrera de Bachillerato Técnico Profesional (BTP) en Robótica en el emblemático Instituto Centran Vicente Cáceres (ICVC).
Fue una mente maestra desde niña, pues desde muy temprana edad empezó a destacar y ser merecedora de becas que le permitieron ampliar su formación académica.
Estudió 2 años la carrera de Mercadotecnia en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), pero una respuesta exitosa a una postulación para una beca el extranjero, específicamente en Taiwán, la obligó a dejar todo, incluso a su familia.
"Después de estudiar el año de chino (idioma) decidí quedarme en la misma ciudad, que se llama Taichung, en la que empecé, y estudió una carrera que se llama Sustainability Science, que es ciencia sostenible en español, y lo estudié en una universidad que se llama Tunghai University", explicó.
De aprender a enseñar
Creativa, multipasional, le gusta aprender de todo, y muy optimista en muchas cosas, así se considera ella ahora, pero sobre todo visionaria, aunque años atrás no pensaría que la vida le daría la oportunidad de aprender y enseñar a pequeños, dejando una semilla sembrada en otras tierras.
Empezó desde cero. En cuanto al idioma, relató que fue muy intensivo al inicio, pero es bastante libre. "Como es bastante internacional y todos mis maestros son de otros países, pues se adaptan mucho a los alumnos y hacen que apliquemos el conocimiento, por ejemplo, con presentaciones y talleres", agregó.
En marzo de 2023, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Eduardo Enrique Reina, informó que Honduras ya no tenía vínculos con Taiwán, Aixa empezó a buscar alternativas para poder mantenerse en el país. "Es muy común que los extranjeros trabajen como maestros de inglés, así que conseguí algunos contactos, dejé mi currículum y me contrataron. He trabajado en varias escuelas", mencionó, añadiendo que su trabajo es reconfortante al ver el nivel de aprendizaje de los pequeños en este lugar.
Aunque aseguró que en Taiwán los niños pasan la mayor parte del tiempo en las escuelas, sus raíces la motivaron a hacer más amena la manera de aprender para ellos, brindándoles un tipo de enseñanza diferente, menos rígida que la típica taiwanesa. “Ellos pueden sentirse más libres y disfrutar aprendiendo, y me encanta la diferencia entre el chino, el español y el inglés”, idiomas que con el tiempo aprendió a dominar y que le han permitido trabajar.
Recordó que en una de sus clases, una vez les enseñó sobre las tortillas en inglés: "fue muy divertido porque tenían que pronunciar “tortillas”, y como la doble L no existe en inglés, lo decían gracioso".
Nuevas rutas y las que faltan...
Desde Filipinas, Malasia, Corea, España y próximamente, un plan soñado, Japón, Contreras ha logrado marcar un nuevo sello en su pasaporte, llevándose una foto, un recuerdo, una amistad y un nuevo gusto por cada lugar de visita.
"Todos los viajes me han marcado, pero Taiwán es lo que más me ha cambiado por las personas que he conocido de todo el mundo y cómo viven su experiencia aquí", dijo emocionada, aunque reconoció que el amor de los hondureños se expresa de una manera muy diferente como lo hacen los taiwaneses, o quizás no se hace. "A la hora de saludar ni siquiera es con mano, sino con la cabeza y ya está, no hay abrazos, no hay esa cercanía, y para mí eso fue lo que más me costó", dijo.
Está cerca de sus sueños, pero lejos de casa, donde la espera su madre, su padre y sus dos hermanos, de quienes asegura que pese al gran cambio físico, siguen siendo aquellos pequeños que dejó hace algunos años. "Lo más difícil fue separarme de mis hermanos porque siempre los vi como mis bebés. Intento estar pendiente de ellos, hablar mucho, pero la distancia se nota. Al volver los vi crecer y fue nostálgico, pero aprendí a manejarlo", recordó tras su retorno a su país el 29 de julio, donde con carteles y flores fue recibida por su familia.
Aunque su recibimiento fue cálido, una noticia opacó este regreso, pues a una semana de haber llegado, su abuela y su querida mascota, Akira, murieron en fechas seguidas. Quizás esperaban el regreso de ella; era una bienvenida para darle una última despedida. "Pude estar presente y eso me llenó de amor", dijo reconfortándose.
Dos culturas, comida y tradiciones diferentes
El paladar no engaña, y Aixa lo tuvo claro: aunque el "lŭ ròu fàn" (arroz con carne de cerdo estofada) era delicioso, las tortillas de harina con frijoles y mantequilla, conocidas como "baleadas" en Honduras, le hacían falta en esas mañanas en su recámara.
Eso tuvo solución en su regreso, pues entre risas admitió que "ha comido sin culpa alguna", disfrutando el sabor de la comida de casa.
Para Contreras, en Taiwán las personas son bastante especiales, diferentes a los catrachos. Y, aunque ama su tierra natal, reconoce que todo lo nuevo en ese país es algo increíble.
El Dragon Boat Festival, también conocido como Duanwu Festival (端午节), por ejemplo, es una festividad tradicional china que se celebra el quinto día del quinto mes del calendario lunar, generalmente entre finales de mayo y junio. Ese fue un recuerdo memorable para ella.
"Se celebra por la leyenda de un poeta que se suicidó porque el rey pensó que lo había traicionado. La gente lanzaba paquetitos de arroz al río para intentar salvarlo. Cada año se hace esta celebración, se comen tamalitos de arroz pequeñitos y se hacen carreras en botes de dragón", relató.
Nuevas metas
Aunque años atrás nunca se imaginó poder lograr lo que ahora es, Conteras está segura que dentro de cinco años se ve con mayores metas, más sueños y una versión mejor de ella: "me veo asentándome en algún lugar, ejerciendo profesionalmente, explorando caminos, poniendo lo mejor de mí y creando, que es lo que más me llena".
A la Aixa del pasado, le recuerda que siga soñando, confiando en su intuición de que su proceso tendrá éxito y dejar el miedo. A la Aixa de futuro, le motiva a que siga creyendo en sí misma "y no se eche para atrás".
Y sí, aunque tratamos de planear nuestra vida, no todo sale como queremos, pero para ella nada es una sorpresa, porque al final de todo tiene en claro que "somos lo que elegimos ser".