La población misquita está a punto de coronar su viejo sueño de tener exclusividad en la explotación de sus recursos marítimos, que por ahora son patrimonio de extraños, quienes, paradójicamente, utilizan a los pobladores como buzos con sueldos de hambre, exponiéndolos a enfermedades y muerte.
Y la ilusión es cada vez mayor luego de que el gobierno, a través de los ministros Rigoberto Cuéllar, de Recursos Naturales, y Luis Green, de las Etnias, se comprometió a promover una iniciativa de ley que dará vida a la explotación exclusiva del Área de Pesca Artesanal y Sostenible de los Pueblos Misquitos e Indígenas.
Este proyecto tiene la particularidad de que no sale del gobierno, sino de la población, que tiene el respaldo técnico de las organizaciones no gubernamentales Centro de Ecología Marina y The Nature Conservancy, que laboran en 35 países.
El proyecto sacará de la escena a la industria pesquera que, con sus 35 barcos, explota la langosta y el caracol y los vende a los mercados de Estados Unidos y Jamaica. Muchos de estos barcos, según los pobladores, entran a la zona con bandera hondureña, pero la verdad es que responden a los intereses de los grandes industriales de Jamaica.
El plan procura un área de protección misquita de 15,545 kilómetros cuadrados, equivalentes a 1.5 millones de hectáreas. En esta zona hay 54 cayos con riqueza marina y donde los misquitos podrán extraer sus recursos en doce millas alrededor.
El proyecto es ambicioso y alentador para los 59,370 pobladores de La Mosquitia que, con sus 16,997 kilómetros cuadrados, representa el 16 por ciento del territorio nacional.