Honduras

Juan Orlando, empresario y político que sueña con gobernar Honduras

El político, de 44 años, originario de Lempira, ha tenido una meteórica carrera en el Partido Nacional. Lleva cuatro períodos siendo diputado al Congreso Nacional.

07.04.2014

El precandidato presidencial del movimiento Azules Unidos, Juan Orlando Hernández, es un abogado de profesión. Lleva cuatro períodos como diputado al Congreso Nacional, desde 1998, representando al departamento de Lempira. Nació el 28 de octubre de 1968 en la aldea Río Grande, Gracias, Lempira.

Es hijo de don Juan Hernández Villanueva (QDDG) y María Elvira Alvarado Castillo. Es el número 15 de 17 hermanos. Su educación primaria y secundaria la inició en Gracias, Lempira, y luego egresó de la primera promoción del Liceo Militar del Norte.

Es licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, abogado y notario. Tiene una maestría en Administración Pública con énfasis legislativa. Hernández está casado con Ana Rosalinda García y ha procreado cuatro hijos: Ivonne María, Juan Orlando, Ana Daniela e Isabela.

El actual presidente del Congreso Nacional se ha desempeñado como secretario de ese órgano del Estado. Fue subcoordinador de bancada, secretario general del Comité Central del Partido Nacional.

Empresario agrícola

Pese a que pasa la mayor parte de su tiempo en la capital, Hernández es un empresario del rubro de la caficultura en su natal Gracias, Lempira. Además es propietario de hoteles y de empresas de radio y televisión.

Confiesa que aunque su padre fue un líder político del Partido Nacional, en su niñez no se interesó ni siquiera en andar en política como usualmente ocurre con los jóvenes campesinos.

Fue a la edad de 22 años, mientras cursaba estudios en la UNAH, que se involucró activamente en la política universitaria hasta llegar a ser Presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho, de 1988 y 1989.

Trabajó como asistente de la Primera Secretaría del Congreso Nacional en el período 1990-1994. Su hermano Marco Augusto Hernández le dio ese chance, el que aprovechó para conocer el ambiente político partidista y, sobre todo, a muchos líderes del Partido Nacional.

Posteriormente fue becado para viajar a España a realizar estudios de Legislación. En esa época también concluyó estudios de maestría en Estados Unidos.

Al regresar se involucró de lleno en el activismo del Partido Nacional. El primer líder a que apoyó para ser candidato a la presidencia del Partido Nacional fue Roberto Martínez Lozano, conocido en el mundo político como Roma, quien lo nombró en las elecciones internas de 1993 como coordinador departamental de dicho movimiento en el departamento de Lempira.

El equipo de trabajo que conformó en esa ocasión con los líderes locales y departamentales dispuso postularlo como candidato a diputado para las elecciones de 1997.

“Cipote” malcriado

En una de sus vivencias, Hernández relata cómo fue que adquirió el apodo de “cipote malcriado”.

Resulta que cuando en uno de los momentos más tensos de la presidencia del Congreso del liberal Rafael Pineda Ponce (1998-2002) la gente se incomodó. “Estábamos en el escenario de la inscripción de la candidatura presidencial de Ricardo Maduro. Yo era el subjefe de la Bancada y alcé mi voz y pedí igual trato para nuestros diputados. Alguien desde atrás de la Cámara empezó a gritar ‘¡dictador, dictador!’ y quizá Pineda Ponce creyó que había sido yo. Se puso tan tensa la cosa que el profesor abandonó el hemiciclo y el diputado Rodrigo Castillo Aguilar le dijo a la prensa que nos estábamos comportando como cipotes malcriados y que yo era uno de los cipotes malcriados”.

Presidencia del CN

Tras haber ocupado la Secretaría del Congreso Nacional en el período de la presidencia de ese poder del Estado de Porfirio Lobo Sosa, Hernández se cuela en las altas estructuras del Comité Central y se postula a la presidencia del Congreso.

En 2010, para llegar a la presidencia del Congreso Nacional, Hernández compitió con el diputado por el departamento de Atlántida, Rodolfo Irías Navas, quien fue titular del Legislativo en el período comprendido entre 1990 y 1994.

También compitió con Celín Discua Elvir, quien fue presidente del Comité Central del Partido Nacional, ministro de Gobernación y diputado en varias ocasiones en representación del departamento de El Paraíso, y Antonio Rivera Callejas, un diputado por el departamento de Francisco Morazán que ha alcanzado su curul por varios períodos.

Rivera Callejas es descendiente de una familia muy reconocida en el Partido Nacional, tanto que su padre, Antonio Rivera Callejas, fue presidente del Poder Legislativo en 1965, además fue diputado de la Asamblea Nacional Constituyente en 1981.

Un audaz precandidato

Aunque muchas personas acusan al actual presidente del Congreso de ser “malgeniado”, en realidad “solo estamos frente un iluso con causa”, sostiene el escritor César Indiano, cuando se refiere a la personalidad del precandidato de Azules Unidos.

Indiano dice que Hernández está muy cerca a la recta más peligrosa de su carrera política.

Afirma que el titular del Legislativo posee una dosis perfectamente combinada de populismo benefactor, discursos agridulces hacia las capas medias y arengas de mal agüero entre los grupos empresariales.

La pregunta es: ¿cómo un “cipote malcriado” evoluciona con tanta rapidez de media cuchara a maestro de obra? O más bien: ¿cómo se las arregla un político como él, alguien que apenas cuenta con 44 años de edad, para recorrer a grandes zancadas una pista electoral minada de obstáculos y espejismos?