Tegucigalpa, Honduras.-La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, permanece en Roma, Italia, tras haber asistido a las exequias del papa Francisco, celebradas este sábado 26 de abril en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.
La mandataria hondureña acudió a la ceremonia fúnebre como representante de los hondureños, sumándose al homenaje internacional que despidió al líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo.
Acompañada por su hijo y secretario privado, Héctor Zelaya, el canciller Eduardo Enrique Reina y la jefa de misión diplomática en la Santa Sede, Castro formó parte de una delegación que viajó a Roma en señal de respeto y gratitud hacia la figura del pontífice, cuya influencia marcó de manera profunda la vida religiosa, política y social de América Latina.
De acuerdo con el canciller Eduardo Enrique Reina, la presidenta retornará al país hasta la próxima semana.
Aseguró, sin embargo, que Castro no dejó de ejercer sus funciones y se mantiene informada y en contacto permanente con los ministros y jefes de instituciones del Estado.
"Pasado mañana estará viajando de regreso, considerando los tiempos de trasbordo en vuelos comerciales", indicó.
Además, el canciller Reina manifestó que la presidenta "en todo momento ha estado pendiente del acontecer nacional, manteniendo comunicación con su equipo de gobierno para dar seguimiento cercano a las labores del Ejecutivo".
La Secretaría de Relaciones Exteriores no detalló si en estos días adicionales en Roma se llevarán a cabo encuentros bilaterales o actividades diplomáticas de alto nivel, aunque se presume que la presidenta podría sostener reuniones privadas antes de su retorno.
La participación de Castro en el funeral se enmarca dentro de un contexto de gran carga simbólica y diplomática.
El papa Francisco, fallecido el lunes anterior a los 88 años, dejó una huella profunda en la Iglesia católica y en la comunidad internacional por su enfoque pastoral centrado en la justicia social, su cercanía con los pobres y su apertura hacia los temas sociales más sensibles del mundo contemporáneo.
Francisco será recordado como el primer papa latinoamericano, una figura que rompió moldes en el Vaticano al acercarse a los márgenes de la sociedad y al defender causas que marcaron su pontificado.
Las principales luchas sociales del Santo Padre fueron retornar la dignidad a los migrantes, el cuidado del medio ambiente, la lucha contra la desigualdad y el diálogo interreligioso.
Su visión tocó con fuerza a América Latina, y por ello su despedida convocó a líderes políticos de todo el continente.
El funeral, presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, fue una ceremonia de Estado con estrictas medidas de seguridad.
Asistieron más de 130 delegaciones oficiales, entre ellas unos 50 jefes de Estado o de Gobierno y representantes de diez casas reales, según la Oficina de Protocolo de la Secretaría de Estado del Vaticano.
Durante los días previos, miles de personas acudieron a la Basílica de San Pedro para rendir tributo al pontífice, en una expresión de duelo global que unió a creyentes y no creyentes por igual.
Para muchos latinoamericanos, su muerte representó no solo la partida de un líder espiritual, sino también el cierre de una etapa que visibilizó a la región en la esfera global con una voz clara, firme y compasiva.
La despedida al papa Francisco, aunque solemne y significativa, es ahora el preludio del retorno de la mandataria a una realidad nacional que sigue en movimiento.
