Tres años han pasado de la noche en que uno de los patrimonios culturales religiosos más importantes de Comayagua fuera devorado por un incendio. Pero ahora se escribe una nueva página para la fe católica con la pronta inauguración del obispado.
El Palacio Episcopal es uno de los lugares históricos que conservaba en su interior reliquias religiosas como muestra de la colonización española que abarcó la conquista espiritual, décadas más tarde se perdió parte de ese pasado al ser consumido por las llamas el 15 de febrero de 2009.
Ahora, el tiempo muestra una nueva cara de lo que quedó en cenizas, porque al hacer un recorrido por los pasillos del renovado santuario se confirma que la fe mueve montañas y que recupera lo que se había perdido.
La estructura de una manzana de terreno volverá muy pronto a ser el lugar de descanso del monseñor Roberto Camilleri y la vitrina de objetos conservados.
Detrás de los trabajos de remodelación, ampliación y construcción de algunos salones se encuentran hombres, mujeres, instituciones y el gobierno que dijeron presente a la obra y que se encuentran a pocos meses de recibir a cientos de personas.
“Ahora solo quedamos terminando uno trabajos de carpintería de electricidad y la instalación de unas fuentes también en retoque de pinturas porque todo está pintado”, son la palabras de Carlos Yuja, encargado de la obra.
Secuelas
Para el encargado de la obra, llegar hasta este momento cerca de la culminación del Palacio Episcopal, ha sido un agitado e incansable esfuerzo del pueblo de Comayagua, porque tras el incendio todo quedó en escombros de tejas, lámina y basura.
“Al principio solo estaba el sacerdote seminarista buscando cuestiones valiosas luego abrieron las puertas unos tres días, después entramos los laicos de toda la diócesis de Comayagua por grupos para empezar la limpieza del palacio episcopal que duró más de un mes”, dijo, Yuja.
Acciones inmediatas
Después del incendio las personas de la ciudad
hicieron una directiva, la que ha sido precedida por el obispo Camilleri.
En octubre de 2009, se agigantaron los pasos con el inicio de la reconstrucción, el primer trabajo fue de los albañiles, quienes quitaron el repello quemado de las paredes de adobe, seguidamente, pusieron las vigas y los cargadores en la parte superior de las puertas y ventanas.
Durante el avance en pasillos, columnas, encielado, instalación de baños los hondureños decían presente con donaciones.
Según el entrevistado, el costo de la obra ronda los 17 millones de lempiras, 16 de estos han sido recaudados
por los ciudadanos mediante maratones realizadas y aportaciones de los gobiernos de turno.
“El gobierno de Manuel Zelaya aportó 500 mil, la municipalidad dio como un millón de lempiras, en el gobierno de Micheletti, la ministra de Finanzas, Gabriela Nuñez, nos dieron 5 millones, que fue la mayor cantidad recibida. El presidente, Porfirio Lobo Sosa nos entregó un millón de lempiras.
El millón restante lo han conseguido bajo el impulso del obispo monseñor Roberto, quien ha canalizado donaciones de advenía, organización católica de Alemania con grupos de Holanda, y la mano de Dios que les ha proveído de otros lugares para poder terminar el proyecto. Sumado a la colaboración incondicional de los comayagüenses, quienes ofrecieron maquinaria, aparatos electrodomésticos y la mano de obra gratuita en algunos casos.
Estructura original
“No hemos cambiado casi nada, lo único es quitar algunas paredes para darle mayor amplitud al museo, pero en fachada no hemos tocado nada, también se han recobrado estructuras originales porque antes no se miraba los cargadores de las puertas y ventanas y ahora están descubiertos, explicó Yuja.
La construcción del episcopal fue ordenada por el Obispo de ese entonces Fray Antonio de Guadalupe López Portillo en 1735. En este lugar, según historiadores, funcionó el primer colegio tridentino.
El Palacio Episcopal por dentro consta de una casa para el obispo, en la que figuran dos patios internos, tiene unos seis dormitorios con un área de lavandería, bodega, cocina, comedor, acceso de estacionamiento atrás de otro patio con jardines.
Además, cuenta con oficina privada y de recibimiento, una tienda donde se venden libros. Luego está la capilla el Carmen, que todavía no está terminada.
En el lugar donde comenzó el incendio, el obispo quiere hacer una curia diocesana contando con 7 salones amplios.