El ingenio toma la batuta para descubrir, en brillantes chispazos, las utilidades de los objetos más inesperados. Musgo, piezas de barro, madera, clavos, focos y la familia de Nazaret en variedad de tamaños son esenciales para mostrar a las nuevas generaciones la tradición de elaborar los pesebres en Choluteca.
Esta misma labor aprendió Gabriela Ponce cuando tenía siete años, desde aquel momento han transcurrido más de cinco décadas, pero aún siente vibrar su corazón al entregar parte de su arte en honor al Salvador del Mundo.
La nostalgia también de hace presente en Gabriela al recordar que durante varios años confeccionó el belén junto a su hermano mayor, quien ya fue llamado para formar parte de los hijos de Dios en el cielo.
“Cuando niños hacían nacimientos pequeños, detrás de la puerta, pero con el paso de los años mi madre decidió ayudarnos y se convirtieron en amplios”, recordó al mismo tiempo en que aseguró que uno de sus nietos está listo para seguir la tradición.
Este es uno de los pesebres más admirados de la sultana del sur, pues es uno de los más espaciosos.
Los nacimientos en Choluteca son expuestos al público el 24 de diciembre. Se estima que entre 80 y 100 personas visitan los hogares donde se instalan los belenes.
La instalación de los pesebres en la comunidad inicia desde el mes de noviembre.
Uno de los belenes que ha sido construido con ayuda de varias generaciones familiares es el de la familia Rivas.
Este año la tradición ha quedado en manos de Óscar Rivas, tras la muerte de su abuela María del Carmen Rivas, quien durante 81 años dedicó parte de su tiempo a la elaboración del belén.
“Mi abuela María del Carmen Rivas murió en febrero y me dejó la tradición porque yo era quien la ayudaba con la elaboración del nacimiento”, manifestó Rivas.
Otros primos y amigos de Óscar también se sumaron en la confección de la ciudad en miniatura. Rivas aseguró que la labor no es fácil, pues hay que tener conocimientos de carpintería y electricidad para montar el armazón donde se colocan todas las figuras. Pese al tiempo que requiere, “seguiré esta tradición, la mantendré hasta que Dios me dé vida”, concluyó.
En la sultana del sur son seis nacimientos que captan la atención de niños, jóvenes y adultos.
El de la familia Rivas está ubicado en el barrio El Tamarindo; en el barrio El Aterrizaje está el de la familia Rueda. En el barrio Alegría, la familia Pinel confecciona otro nacimiento que genera gran expectativa en la comunidad; la familia Ponce engalana el barrio La Libertad con su pesebre y la familia Betanco, residente en el barrio, El Cortijo ofrece a sus vecinos continuar la tradición de confeccionar y visitar los nacimientos.
No se puede obviar el belén del barrio El Tamarindo, el cual es armado por la familia de Yolanda Rivas.
Es así que propios y extraños rememoran el natalicio del Hijo de Dios a través de las diminutas comunidades que se arman para celebrar la Navidad.