Tegucigalpa, Honduras.- La noche del sábado, el Estadio de Atletismo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) se tornó en una selva sonora donde convivieron el pulso indígena de la gaita, el timbre afrocaribeño de la tambora y la textura urbana del tropipop. Fonseca abrió la velada con un repertorio que exploró el amor en clave tropical, y Carlos Vives selló el encuentro con un viaje musical que cruzó tres décadas de vallenato fundido en rock y pop.
A las 9:05 de la noche, Fonseca apareció sobre un escenario envuelto en pantallas que evocaban un bosque húmedo, preludio visual de su propuesta sonora.
Inició con "Eres mi sueño" y avanzó con piezas de su "Tropicalia tour", entre ellas "Prometo", "Vine a buscarte" y "Cartagena". Cada una tejida con percusión menor y una guitarra en clave cumbiera, elementos que sostienen un romanticismo cálido, sin concesiones a la balada convencional.
Su intervención también incorporó "Venga lo que venga", su colaboración con Rawayana, y clásicos como "Arroyito" y "Hace tiempo".

A las 11:20, Vives tomó el escenario como quien regresa a casa. "La gota fría" —pieza emblema de la reinvención vallenata que él mismo encabezó desde los años noventa— fue su punto de partida. Frente a un aforo completo, la voz del colombiano recorrió los paisajes afectivos de Santa Marta y la Bogotá formativa de su juventud.
El vallenato que alguna vez se pensó rural se oyó transfigurado en temas como "Déjame entrar", "Bicicleta" y "Nota de amor", en los que su banda operó como unidad polirrítmica, fundiendo timbales, congas, maracas, teclado y acordeón con una guitarra en modo overdrive que amplificó aquellas raíces.
Durante el show, bautizado como "El rock de mi pueblo vive", la presencia de la gaita cumbiera —aerófono prehispánico de cuerpo tubular con cera de abeja y plástico— se fundió con la armonía pop en piezas como "Canción bonita" "Cumbiana", "Pa' Mayté" y la reinterpretación de "El loro y la lora", canto tradicional del Caribe colombiano, que revitalizó el anhelo de Vives de proyectar la música de su tierra natal hacia el mundo.

Antes de "Carito", Vives rindió homenaje a Egidio Cuadrado (1953-2024), su inseparable compañero de escenario durante más de dos décadas. Lo evocó como un campesino recolector que sostenía el acordeón como se sostiene un país entero.
La recta final incluyó "Volví a nacer", "La tierra del olvido", dedicada a la comunidad venezolana, y "El rock de mi pueblo", tema que da nombre al show y reafirma la convicción artística de Vives, un músico que, tras tres décadas de trayectoria, sigue apostando por la autenticidad de los espectáculos íntegramente en vivo.