
Exclusivo suscriptores
Tegucigalpa, Honduras.- El Centro Penitenciario de Támara (CPT), ubicado al norte de la capital y considerado el más poblado del país, ha sido por años una “escuela del crimen” y un foco de corrupción. Incluso, algunas autoridades han sido investigadas por presuntos vínculos con estructuras delictivas internas.
La Comisión Interventora del Instituto Nacional Penitenciario (INP) informó que al asumir el control del sistema carcelario, encontraron cuarterías alquiladas por los reos, negocios informales y hasta venta de comida china dentro del recinto, a pesar del grave hacinamiento.
Conocido en el argot criminal como “La Grande”, Támara ha albergado túneles de fuga -como reveló una investigación de EL HERALDO Plus- y hasta un “call center” desde donde se realizaban extorsiones telefónicas.
Ante esta situación, el principal centro penitenciario del país se somete a un proceso de reconstrucción que incluye la creación de módulos de mínima seguridad. En ellos se planea clasificar a los internos según su afiliación criminal.
También se levantarán espacios adaptados para visitas abiertas y conyugales, y se implementarán controles de ingreso más rigurosos.
Durante una visita realizada por la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus, se constató que aunque hay avances, el control aún es parcial. Se observaron grupos de privados de libertad en esquinas y estructuras improvisadas, en covachas de láminas, como si se estuviera en un pequeño barrio peligroso.
En el área donde antes se encontraba la casa de los custodios se construye ahora una moderna aduana equipada con cámaras de vigilancia, escáner corporal y sistemas de inspección que permitirán revisar a toda persona o artículo que ingrese al centro penal.
Los custodios fueron reubicados en nuevas instalaciones de dormitorios, ya en funcionamiento, ubicadas fuera de los módulos donde permanecen los internos, según confirmaron fuentes del INP.
4,526
reos
están recluidos en Támara, pero solo tiene capacidad para 3,500
En la entrada improvisada que había al momento de la visita que hizo EL HERALDO Plus, una agente penitenciaria apuntó el nombre del equipo periodístico y registró cuántos dispositivos electrónicos portaban. Todo fue mostrado a las cámaras de seguridad y el ingreso se realizó tras un escaneo corporal completo.
Lo primero que salta a la vista son los cercos de malla ciclón —denominados cerramientos— colocados alrededor de los módulos. Por estos deben transitar los reclusos para evitar que circulen por las zonas peatonales, explicó la teniente coronel Yeny Arias, del Departamento de Infraestructura del INP.
A un costado del acceso principal se construyó una estructura tipo galera que incluye una zona recreativa para niños. Allí los reos recibirán a sus visitas en un espacio abierto, con capacidad estimada para entre 500 y 700 personas, indicó un técnico del INP.
Uno de los sectores más temidos del penal, conocido como La Isla, fue demolido por completo. En su lugar se levanta un nuevo módulo de mínima seguridad con capacidad para albergar a 1,008 internos.
El equipo de EL HERALDO Plus constató que su estructura gris ya estaba casi finalizada a finales de abril, con un 85% de avance, según informó la coronel Arias.
La oficial, también ingeniera, detalló que las paredes internas están construidas con bloque fundido, y que cada celda alojará a 36 reos. Las habitaciones incluyen sanitario, lavamanos y ducha, ofreciendo condiciones más privadas que las que predominan en módulos de máxima seguridad.
La idea es que los internos no salgan de su celda si no es estrictamente necesario. Las camas, fabricadas en hierro y concreto, están empotradas a la pared, con sus respectivos colchones. Además, alrededor del módulo habrá un espacio para recreación.
El diseño del módulo es de concepto abierto, con un techo elevado y celdas distribuidas al interior. Un cielo falso de malla ciclón permite a los custodios observar el comportamiento de los internos desde el exterior. Los frentes de las celdas, en lugar de bloques, están hechos con barrotes de hierro, lo que permite una mayor visibilidad para la vigilancia. También se instalarán cámaras en los pasillos.
El coronel José Bonilla Díaz, subdirector del penal, manifestó que este nuevo diseño permitirá clasificar mejor a los reos según su condición jurídica, lo que facilitará una gestión penitenciaria más eficiente.
Actualmente, el penal de Támara alberga a 4,526 privados de libertad, pese a tener capacidad para 3,500, según los informes del INP. Se espera que con las nuevas instalaciones el hacinamiento disminuya.
Ramiro Fernando Muñoz, director de la Comisión Interventora del INP, afirmó: “Vamos a desaparecer ese módulo de Casa Blanca en Támara, que ha sido un altar a la delincuencia y a la maldad”.
El módulo de mínima seguridad para 1,008 privados de libertad estará terminado este mayo y se iniciará de inmediato la construcción de otro con las mismas características. Ambos tendrán estrictas medidas de seguridad, indicó Muñoz.
Una vez que esté finalizado, se trasladarán a todos los privados de libertad de Casa Blanca, porque se va a recuperar ese espacio, para eliminar las ratoneras que han creado los internos y poder meter a personas con delitos menos graves, adelantó Muñoz.
El general de brigada, dijo que van a recuperar Támara, dándole oportunidades de reinserción a los privados de libertad, para ello van hacer un campo de fútbol con pista olímpica y una cerca de seguridad.
Una vez finalizado el nuevo espacio, se procederá al traslado de los reos actualmente ubicados en Casa Blanca. Ese lugar será recuperado para eliminar lo que denominan “ratoneras” y ubicar allí a personas con delitos menos graves.
El general de brigada anunció que, como parte de las estrategias de reinserción, se construirá un campo de fútbol con pista olímpica y se reforzará el sistema perimetral de seguridad.
ETIQUETA DE TRANSPARENCIA: Este artículo ha sido mejorado y corregido con una herramienta de inteligencia artificial bajo la supervisión y aprobación de un editor.