Municipios de Honduras, cada vez más deshabitados por migración a Estados Unidos
EL HERALDO Plus cruzó las proyecciones poblacionales de 2013 con las de 2022; hay municipios que tienen menos gente que diez años atrás. Los jóvenes son los que emigran y los adultos mayores se quedan
EL HERALDO Plus recorrió varios municipios del país que sobreviven gracias a las remesas que envían los migrantes; en todos encontró el mismo patrón: hay más migración de niños, adolescentes y jóvenes; los que se quedan son los adultos y adultos mayores.
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Don Roberto Hernández estaba sentado en la esquina de una casa platicando con un hombre alto, de ojos oscuros y tez trigueña, que por su apariencia parecía que la mayor parte de 84 años había trabajado en la agricultura.
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La conversación giraba en torno al nuevo gobierno y la esperanza que en menos de siete meses se había desvanecido. Ese pueblo seguía igual.
Don Roberto, quien tenía la mitad de la edad que aquel hombre de 84 años, se oía como un erudito, no por lo que había vivido sino por lo que leía. Ambos eran de generaciones completamente diferentes, pero todos los días se encontraban en “la esquina política” (lugar frente a una casa que desde el siglo pasado apodaron así por ser el epicentro de discusiones políticas) para platicar, entre otras cosas, sobre la dura realidad que enfrentan en uno de los municipios con más migración.
Esa era su rutina todas la tardes, pues la mayoría ya no tenía ni dinero ni fuerzas para trabajar la tierra, el único sustento en San Miguel de Barrosas, una solitaria comunidad ubicada en San Ignacio, Francisco Morazán.
Esa tarde de septiembre, después de recorrer medio pueblo, el equipo de EL HERALDO Plus se encontró con don Roberto y otros seis hombres sentados en la acera de la vivienda ubicada frente al parque central; todos eran adultos o adultos mayores, pues con la crisis económica los niños y jóvenes emigraron.
Este es un patrón bastante repetitivo en Honduras. La situación económica orilla a los que se quedan a querer irse, mientras que los que se van, son el sustento de los que no pueden emigrar.
El fenómeno ha ocasionado que el crecimiento poblacional en los municipios del país no vaya en aumento, al contrario, hay lugares que reportan menos población que diez años atrás, según proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
La Unidad de Datos de EL HERALDO Plus tuvo acceso a los registros poblacionales de 2013, pero al compararlos con proyecciones de 2022 uno de los 298 municipios reportó menos población, mientras que otros tenían apenas 3,4, 5 u 8 personas más en un lapso de diez años.
Los datos no son indicativo de que se debe a la migración, ya que pueden haber otros factores, aunque en los municipios visitados por EL HERALDO Plus nadie se atrevió a decir que no había migración, incluso afirmaron que hay hogares que viven de las remesas, pueblos en los que están a punto de cerrar escuelas o donde no pueden conformar un equipo de fútbol porque no hay niños ni jóvenes suficientes.
Se fue toda una generación
“Aquí no hay familias que no tengan hijos en Estados Unidos... de casa en casa, casi todos tenemos un familiar en Estados Unidos y con parte de esas remesas nos hemos superado un poquito”, comentó don Roberto, quien tuvo que ver cómo su hijo mayor dejaba su natal Barrosas para emigrar.
En su familia hay más de un migrante: huyeron sus primos, tíos, hermanos y hasta sobrinos. Él decidió quedarse para trabajar la tierra, pero entre el mal clima, el costo de los productos para sembrar y su edad, ahora prácticamente depende de las remesas que le envía su vástago. Él, su esposa y los dos hijos que se quedaron en Honduras sobreviven mensualmente con los 6,000 lempiras que le envía el mayor de sus vástagos a través de remesas.
En esa comunidad, casi todos los hogares sobreviven gracias al dinero que mandan los parientes que emigraron a otros países, por eso cuando los jóvenes cumplen la mayoría de edad solo piensan en irse.
En San Ignacio, el municipio que alberga a Barrosas, prácticamente no hay niños ni jóvenes, solo adultos y ancianos.
Para 2013, ese municipio contabilizaba 3,371 personas de entre 0 y 17 años, sin embargo, en 2022 la cifra cayó a 3,200, es decir, 170 menos.
Esto es completamente contrario a lo que ocurrió con la población mayor de 30 años, ya que los datos procesados por este rotativo señalan un aumento. Incluso, en 2013 había 186 personas mayores de 80 años, pero en 2022 aumentó a 220.
Este patrón se repite en la mayoría de los 298 municipios del país, pues hay una baja en la población menor de edad (hasta las 14 años), luego la cifra aumenta mínimamente hasta los 35, cuando el número de habitantes se duplica o es hasta tres o cuatro veces mayor que el número de niños.
Denis Mayorquín no dudó en decir que ese es municipio de adultos y ancianos, ya que todos los jóvenes que conoce han emigrado a Estados Unidos. Él mismo fue parte de ese círculo en Barrosas.
Mientras esperaba el atardecer sentado en la parte frontal de la vivienda que apodaron “la esquina política” comentó que “hace como un mes vine de Estados Unidos”. “Yo no me quise venir, es que me agarraron”, lamentó.
Sus dos amigos, sentados al costado derecho del hondureño de 41 años, también habían probado su suerte en la ruta a Estados Unidos.
Ellos eran los más jóvenes en ese lugar, sin embargo, sus historias dejaban claro que los años no pasaban de balde. En sus cuarenta y tantas vueltas de sol habían pensado o intentado irse al país del norte.
Denis no quiso dar muchos detalles de su vida en Barrosas, pero lo que sí dejó claro es que “aquí no hay nada”, por eso pasan sus días y noches en “la esquina política”, porque no tienen nada más que hacer.
Viven de remesas
Una inclinada calle de tierra es la entrada principal a una de las comunidades de Marale, otro municipio de Francisco Morazán donde los hogares se caracterizan por tener uno o más migrantes en el extranjero. Allí no sube cualquier vehículo por la porosidad de su terreno, pero cuando algún hondureño que emigró a otro país quiere construir la casa de sus padres, no hay lugar donde una volqueta no pueda entrar.
Así fue como los tres hijos de doña Nora Galindo le construyeron la hermosa casa en la que vive junto a su esposo y una niña que adoptaron.
El primero en irse fue el mayor de sus vástagos (tenía 17 años), luego siguió el segundo hijo que parió. En 2019 se fue su hija, quien ahora vive en Miami, Florida.
Los tres se desviven por sus padres, por eso intentan mandarles remesas para todo lo necesario: el mantenimiento de la casa, luz, agua, comida, cable e internet y, sobre todo, dinero para los medicamentos, pues ya pasan los 61 años.
“Vivimos de lo poquito que ellos nos mandan... recibimos dinero cada tres meses, para medicamentos porque pasamos enfermos”, comentó la señora.
Su esposo, quien mantuvo por décadas a su familia de la agricultura, ahora solo siembra para el consumo, aunque confesó que cada vez es más difícil producir frijoles y maíz.
Marale es un municipio de agricultores, el problema es que tener tierras no es sinónimo de trabajo, comentó una empleada de esa comuna, mientras señalaba las montañas.
Los adultos mayores viven de las remesas, pues “los hijos de las doñas están en Estados (Unidos), entonces ellos de las remesas ponen negocios a la familia y van pasando”, dijo en diálogo con EL HERALDO Plus don Santos Luque, otro poblador.
En este municipio hay mucha migración de jóvenes, al punto que “el 80% de los habitantes depende de las remesas”, aseguró el vicealcalde César Danilo Aguilar.
Según el INE, al comparar la población de 2013 con la de 2022, Marale registra menor número de niños, adolescentes y jóvenes, quienes migran a San Pedro Sula o a Estados Unidos, afirmó el vicealcalde.
El equipo de EL HERALDO Plus encontró que Marale reporta el mismo fenómeno que San Ignacio: a mayor edad, mayor crecimiento poblacional, lo que significa que quienes más se van son apenas unos cipotes. Esto también ocurre en San Lorenzo, Valle, un municipio conocido por ser un atractivo turístico; San Pedro, Cortés y El Progreso, Yoro, pero entre la lista de 298 puntos geográficos hay más lugares que se han convertido en municipios remesas.