A este Ciclón que no le sobra mucho, habrá que extenderle el certificado de solidaridad con los resultados y si el 1-0 de ayer ante Savio fue suficiente para empezar a olvidar por completo el fantasma del descenso, bienvenidas las formas para un club que no agrada, pero suma...
Era ganar o ganar para el equipo de Diego Vazquez, quien salió de las arenas movedizas en las que se había metido tras el 0-2 ante Parrillas y que cambió los silbidos del domingo pasado por aplausos, sobre todo por el apetito de gloria que muestra un grupo que se queda con 10 desde el minuto 38 y por la personalidad que contagia Maxi Lombardi en el mediocampo.
Un gol y a facturar...
Ha sido ese minuto, el 38, el bisagra de un partido chato, de muy pocas emociones, que vio al Motagua calculador de siempre y al Savio menos luchador de los últimos que se han parado en el Nacional.
Un gran centro de César Oseguera (le ganó el puesto a Orlin Peralta) encontró la cabeza de José Pablo Varela, el uruguayo que desvió con veneno para los guantes de Celio Valladares. A cobrar el 1-0 y a guindarse de la reja. Con una amarilla en la espalda fue como el harakiri para el Rulo, que vio la segunda palúdica y se fue a las duchas con lágrimas en los ojos.
Pero el Torito copaneco vino con los cuernos redondos y no lastimó ni con ventaja de elementos en el campo. Allan Díaz, Kervin Johnson, Omar Pineda, la Foca Bernárdez y hasta Clayvin Zúniga.
Ninguno puso a temblar a Portigliatti, que más bien miraba cómo Celio Valladares salvaba el 2-0 al minuto 90+2, tras una pretendida vaselina de Claros.
Sin mucha prisa, sin tanto confeti el Ciclón se olvida de la zona baja y ya es tercero. Y se acabaron los silbidos...