La migración irregular sigue siendo un fenómeno que impacta de forma profunda a Honduras. Las causas son múltiples y complejas, desde factores económicos hasta razones culturales y políticas, muchas veces invisibilizadas. Sin embargo, en este panorama adverso, algunas personas eligen permanecer en sus comunidades. Esa resistencia silenciosa, decidida y cotidiana es el centro de atención de un reciente estudio. En lugar de enfocarse únicamente en quienes se van, esta investigación pone la mirada en quienes deciden quedarse, una perspectiva que revela tanto desafíos como oportunidades de transformación social.
El estudio se titula “Factores de arraigo territorial y procesos migratorios de personas que viven expuestas a la migración, con abordajes diferenciados en poblaciones indígenas y afrohondureñas”. Fue impulsado por Ayuda en Acción Honduras en conjunto con FLASCO Honduras. Ambas instituciones buscan comprender las raíces del arraigo frente a la migración forzada. Esta mirada permite identificar las condiciones que favorecen la permanencia voluntaria en las comunidades.
Ayuda en Acción es una organización internacional de cooperación con una misión clara: mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables. Su trabajo se enfoca en proyectos autosostenibles que fortalecen el desarrollo integral. A través de la sensibilización y la acción directa, buscan cambios estructurales que contribuyan a erradicar la pobreza. En Honduras, su labor se extiende a diversas comunidades en situación de riesgo social. Este estudio forma parte de sus esfuerzos por generar conocimiento para la acción transformadora.
La investigación se llevó a cabo en 15 municipios con alta incidencia migratoria. Entre ellos figuran territorios del Valle de Sula, la Costa Norte, el Corredor Central, el Occidente y la Zona Oriental. Estas regiones concentran flujos migratorios significativos por su nivel de vulnerabilidad y exclusión. Aun así, en medio de esta presión migratoria, hay comunidades que encuentran razones para permanecer. El estudio busca comprender cuáles son esos factores y cómo se sostienen en contextos tan complejos. La riqueza del trabajo radica en visibilizar las fuerzas del arraigo en lugar de solo analizar los motores del éxodo.
Entre los hallazgos clave, el estudio revela que el apego familiar, la identidad cultural y las oportunidades económicas locales son factores determinantes del arraigo. Para muchas personas, mantener la lengua ancestral, disfrutar de la gastronomía local y sentirse parte de una historia común es una forma de resistencia. También se valoran las oportunidades económicas vinculadas a la tierra, el emprendimiento y el trabajo digno. La suma de estos factores permite sostener un sentido de pertenencia que va más allá de lo material. La cultura y el territorio se convierten en raíces profundas que resisten la expulsión migratoria.
Aun así, los datos revelan desafíos importantes: solo un 12.6% de las personas encuestadas presenta un alto nivel de arraigo. Un 30% se considera “algo arraigado”, lo que indica una ambivalencia ante la idea de migrar. Aquellos con mayor arraigo suelen ser personas mayores de 55 años, o familias con vivienda propia, educación media o superior, y aquellos que viven en comunidades con fuerte organización social. Esto sugiere que mejorar las condiciones estructurales y comunitarias puede reforzar el arraigo.
Frente a estos hallazgos, Ayuda en Acción y FLASCO Honduras proponen una serie de líneas estratégicas. Estas buscan reproducir las condiciones que permiten una vida digna y con sentido de pertenencia. Entre ellas están el fortalecimiento de la cohesión social, el acceso a servicios básicos y la revitalización de la identidad cultural. También se promueve la gestión sostenible del territorio y el desarrollo económico local mediante empleo digno y apoyo a la agricultura familiar. Estas acciones apuntan a construir comunidades resilientes, con capacidad de decidir su futuro sin tener que migrar por necesidad.
Este estudio representa un paso importante hacia la comprensión de las raíces del arraigo y su potencial como estrategia de desarrollo. Visibilizar a quienes deciden quedarse es reconocer una forma de resistencia activa frente a la adversidad. En un contexto donde la migración suele abordarse desde la urgencia del éxodo, esta mirada aporta profundidad y esperanza. Además, los hallazgos del estudio ofrecen insumos valiosos para el diseño de políticas públicas que generen alternativas reales a la migración forzada. Las comunidades indígenas y afrohondureñas, con su riqueza cultural y organizativa, muestran que otra realidad es posible.
